Fernando González reside en la esquina de las calles Bravo Murillo con Sepúlveda, donde la tranquilidad de los vecinos se vio alterada hace varios meses tras la ocupación ilegal de una casa que poco a poco fue sumando inquilinos hasta que los ruidos y olor que desprendía llegaron a ser insoportable. La muerte de una de las personas que la ocupaba sacó a la luz pública la situación. Tras la denuncia vecinal, la vivienda se cerró para que no entrasen más okupas . "El problema ha terminado, pero ha sido muy desagradable", recuerda este vecino, quien asegura que "la única solución para que no se repita es que se tapien, porque sino dan una patada y entran".

Fernando González afirma que el problema de las ocupaciones ilegales de casas deshabitadas del Casco Antiguo surgió tras la demolición del convento de las Trinitarias, donde hallaban cobijo muchos indigentes, que buscaron refugio en viviendas "de esta calle o de Eugenio Hermoso", entre otras.