Miedo me da cuando meten a las instituciones por medio. Es mejor dejar que la sociedad se las arregle sola. Tendrá una organización menos perfecta pero, a la larga, gozará de mejor vida. Los políticos quieren meter siempre sus manos cuando algo funciona y la Caravana de los Palomos Cojos, como fiesta, ha funcionado. Ahora los socialistas del grupo municipal dicen que se respalden futuras convocatorias con la gestión del Consorcio López de Ayala porque engloba a cuatro instituciones. Pues precisamente por eso me entra sarpullido solo con pensarlo. Los ciudadanos y el gremio de hosteleros están satisfechos con el resultado. Será bueno, por tanto, que se repita. En esta ocasión ha sido una empresa privada de comunicación, la Sexta , quien ha tenido la iniciativa. Démosle la oportunidad de continuarla, o de que, en caso de que decline, cojan el testigo asociaciones de la ciudad relacionadas con el fondo de la cuestión que aquí los trajo, pero dejen al margen a las instituciones porque, como dijo en una ocasión Juan Carlos Rodríguez Ibarra , los políticos todo lo enredan. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, y por confundir los términos no es la primera vez que, lo que había funcionado con el impulso de la gente, acaba muriendo cuando los políticos plantan sus tiendas en los campos ya germinados.

Se convocó la caravana, se celebró la fiesta y, si realmente quieren poner su grano de arena, que convoquen, paralelamente, las jornadas, a las que la pasada semana me refería, sobre los flecos que aún quedan para la total aceptación social de la homosexualidad, que una cosa es lo que se siente y otra, muy distinta, lo que se dice porque es políticamente correcto.

Pues eso. A Dios por un lado y por el otro, al César. No mezclemos. No confundamos. La sociedad no necesita guías, no reclama lazarillos.

Dejen que camine sin angarillas.