Así de clarito. El alcalde de Badajoz, Francisco Javier Fragoso, afronta su última legislatura, que para él durará tan solo dos años, si se cumple el pacto alcanzado con Cs, cuyo contenido aún no se ha hecho público, dos semanas después de la investidura. Y como Fragoso es un alcalde que no va a repetir, carece de complejos, según él mismo reconoce, para defender, sostener y aprobar que todos sus concejales y todos los de sus socios de gobierno cobren por estar en el ayuntamiento, es decir, se liberen. 14 en total, pues aunque en realidad la dedicación es exclusiva para 11 y para los tres restantes será solo parcial, la diferencia no es muy llamativa, ya que estos tres cobrarán el 80%, que es el máximo que la ley permite.

La reacción en cadena de partidos políticos y ciudadanos en general ha sido unánime e inmediata. No he oído ni leído a nadie que justifique esta decisión. Desde que se hizo pública esta medida, que se aprobó ayer sábado en el pleno de organización del ayuntamiento, los descalificativos han sido innumerables. Desde el más suave «lamentable», al más enérgico «vergonzoso», pasando por el descriptivo «pillar cacho» o el «a trincar señores, que solo de eso se trata» y terminando por «el pacto de la vergüenza de los perdedores».

Fragoso ha querido justificar lo que al resto de la ciudad le parece injustificable (salvo a los 14 beneficiarios). Nadie pone en duda que la dedicación municipal requiere una compensación económica, pero de ahí a que todos los concejales reciban salario, cuando nunca antes en este ayuntamiento había ocurrido, ni siquiera cuando estaba con mayoría absolutísima el PP, siendo alcalde Miguel Celdrán. Lo que peor huele es que, mientras ya tienen decidido que la nueva fórmula de gobierno va a costar al año al ayuntamiento medio millón de euros más en sueldos, todavía no se atreven a decir cómo se van a repartir las cargas de trabajo. Fragoso aduce que si la diputación tiene 14 liberados, el Ayuntamiento de Badajoz puede merecerlos igualmente. Ese «y tú más» es el argumento que utilizan quienes precisamente no tienen argumentos. Como tampoco lo es que la ley permita tener hasta 18 liberados y se han quedado cortos. Alguna razón de peso debe existir para que este alcalde tome una decisión tan impopular que no tiene dónde agarrarse. La más simple lleva a pensar que quiere dos años tranquilos y de esta forma sus socios no le van a toser. Va a tener contentos a los suyos y a los de al lado, incluso al que se negaba a ser un macetero en el ayuntamiento pero sí acepta convertirse en un jarrón de la dinastía Ming: demasiado caro para estar de adorno. No entiendo qué intereses pueden llevar a un alcalde experimentado a acceder a este dislate, que no puede generarle más que críticas, a él y a su partido. Menos comprendo el viraje de Ciudadanos, que llegó la legislatura pasada el ayuntamiento exigiendo que hubiese menos concejales liberados, hasta tal punto que dejó al equipo de gobierno tiritando, y se quitasen cargos de confianza. A mitad de mandato, la nueva portavoz rogó contar con un asesor de pago, una figura que hasta entonces no existía para ningún grupo en la oposición. La formación naranja inicia esta nueva etapa como un rodillo, exigiendo sueldos y gerencias para todos los suyos. Son, desde luego, gente sin complejos, porque no dudan en aprobar la dedicación exclusiva antes de dar a conocer cuáles van a ser sus funciones. Sabemos que son 14, pero no a qué se van a dedicar, salvo el alcalde, y si realmente merecen lo que van a cobrar. Gente sin complejos, como aquel eslogan de un whisky nacional. Puro amor por lo propio.