Cuando aún estaba en Badajoz de concejal Germán López Iglesias, le tocó presentar la reordenación del tráfico de la avenida Sinforiano Madroñero, que defendió como un ejemplo que podría servir de referencia para implantarlo en otras zonas de la ciudad. Era septiembre del 2016. Año y medio después, se puede afirmar sin temor a equivocarse que desde luego ha quedado demostrado que puede tomarse como ejemplo, pero de desorden e indefinición.

Esta avenida, la principal arteria de Valdepasillas y entrada obligada para los vehículos que se dirigen desde la carretera de Olivenza al hospital o a la Universidad, ha soportado experimentos que aunque se han intentado subsanar, la han convertido en un galimatías de señales horizontales en la calzada. Tal es su situación, que conozco a conductores que la sortean y buscan siempre una ruta alternativa para evitarla. Otros mandan callar a sus hijos y hasta apagan la radio para no distraerse cuando la atraviesan, pues tienen que cruzarla prestando toda la atención posible para, primero, no salirse del carril adecuado, cuyos límites están muy confusos en la mayoría de los tramos. Con la última ordenación, cuatro carriles se convirtieron en seis y las líneas de separación antiguas no se borraron lo suficiente, de forma que todavía se aprecian, se mezclan las viejas y las nuevas en el asfalto e incluso son más visibles las anteriores a las definitivas. No sólo eso, con la aquella división, los carriles quedaron tan estrechos, que hay que circular muy pendiente de no salirse del que corresponde para no rozar el lateral del que viaja por el vial de al lado.

140.000 euros era el presupuesto que reservó el ayuntamiento para esta reordenación, con la que se aniquilaba definitivamente el intento infructuoso del carril-bici que se empezó a pintar sobre la acera, que provocó protestas entre los colectivos de aficionados al pedaleo. Desbaratado aquel proyecto, se optó por la división en 6 carriles y la novedad de compartir los dos de los extremos con los ciclistas, limitando la velocidad a 30 kilómetros por hora. Son estos dos carriles los que por su naturaleza utilizan los infractores viciados con la doble fila. Otro motivo más para no pasar por Sinforiano: las multas se han multiplicado. Datos concretos: las sanciones se han triplicado en el 2017 respecto al año anterior. Desde que se aplicó la nueva ordenación de la avenida, las multas han pasado de 694 que se impusieron en el 2016 a 1.883. Casi 2.000 conductores pescados in fraganti. La mayoría por aparcar indebidamente en el carril-bici, donde la policía local vigila atentamente que se respete el límite de velocidad y no se estacione para que no pierda su cometido.

Como todo no pueden ser inconvenientes, una consecuencia positiva ha sido que se han reducido los atropellos. Con tanto montículo, el conductor que se atreva a pisar el acelerador se juega los amortiguadores, aunque no tanto desde que se puso fin al despropósito de los resaltos que convirtieron esta avenida en una auténtica carrera de obstáculos, de tortugas, y que provocaron que el ayuntamiento tuviese que rectificar tras las protestas de los conductores y después de que un motorista resultase herido por una caída.Tampoco se han exportado los aparcamientos en espiga, otra novedad que se introdujo en la reordenación y cuya experiencia, de momento, no se ha trasladado a otra zona de la ciudad. Sinforiano pide a gritos que se ponga orden en el puzzle de su calzada después de tanta decisión desacertada. No se trata de rectificar sino de mejorar.