Lo bueno de esta crisis es que ha servido para que esta derecha española insolidaria, ultracatólica, torpe, inculta e inepta se quite el disfraz. Y cuando la derecha se quita el disfraz, siempre se queda con el culo al aire. En eso no tiene término medio. Gracias a eso, ahora todos los españoles saben, incluidos los ingenuos que los votaron, cómo son los representantes y adalides de esta derecha.

La vacuna puede tener efectos vitalicios. Desde hoy anticipo, sin temor a equivocarme, que esta derecha va a perder las elecciones europeas, las autonómicas, las locales y las generales. Los españoles vamos a tener en los próximos dos años cuatro ocasiones óptimas para cerrar esta pesadilla. Y vaticino que los efectos de semejante terapia van a ser muy duraderos. Sin la crisis, los españoles más ingenuos nunca se hubieran dado cuenta de cómo son en realidad esos próceres a los que votaron sin saber bien lo que hacían. Bendita sea la crisis --y perdónenme la barbaridad-- solo por eso. El PP se hunde en las últimas encuestas y pierde casi viente puntos, mientras que la izquierda se recupera y se acerca al 50 por ciento de los votos. Socialdemocracia ya. Eso es lo que anuncian los pronósticos.

El PSOE perdió las elecciones no porque Zapatero lo hiciera mal, sino porque al final hizo una política de derechas. Eso llevó a sus votantes a olvidar los numerosos e importantes avances sociales que introdujo en sus mandatos. Pero España tiene reconocida una mayoritaria identidad socialdemócrata y a eso aspiran hoy millones de españoles. La Conferencia Política del PSOE de los próximos días, el anuncio de primarias abiertas, el imprescindible giro a la izquierda, la suelta del lastre de todas las caras viejas, el apoyo de prestigiosas plataformas ciudadanas al proyecto socialdemócrata y los posibles candidatos con caras nuevas y mucho prestigio, como el alcalde socialista de Toledo, vuelve a alimentar todas las esperanzas. La utopía es posible. Está implantada desde hace muchos años en los países nórdicos, gracias a una política socialdemócrata de décadas. Gracias a eso, Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia se encuentran entre los diez países más felices del mundo, según la ONU, en una lista encabezada por los dos primeros. El programa de la izquierda española tiene que ser así de claro: implantar de una vez la socialdemocracia en nuestro país. Socialdemocracia, ya.