Ante la crisis institucional y política, muchos reclaman el fortalecimiento de la sociedad civil. Algunos consideran que la sociedad civil es lo que no forma parte de la estructura de las administraciones públicas. Identificando la sociedad civil con el entramado de organizaciones semipúblicas o semiprivadas, que colaboran con las administraciones públicas en sus labores tradicionales, siendo financiadas por fondos públicos y que oficialmente representan a colectivos determinados que las administraciones necesitan para realizar sus labores. A muchas de estas organizaciones se les asignan la representación oficial de colectivos concretos, aunque tengan escasa participación. Reivindican su carácter institucional y por ello se consideran con el derecho de captar rentas de la sociedad y de los fondos públicos.

Pero hay otra sociedad civil que no pretende representar a nadie más que a ellos mismos. Que no están buscando como pueden ser financiados por los presupuestos públicos, que se levantan cada día con la necesidad de que sus proyectos y actividades tengan sentido para los demás y que esos demás, que muchos llaman mercado, les recompense por el valor aportado y puedan continuar con su labor diaria.

Con la crisis institucional actual la sociedad civil está recuperando su prestigio y su papel, pero no debemos meter a todos en el mismo saco. Hay sociedad civil que es extractora de rentas y un mecanismo más de reorganización de lo de siempre con otro nombre. Y hay otra sociedad civil que se la juega cada día, que tiene derecho a cometer errores y por tanto la capacidad inmensa de innovar y como no se representa más que así mismo la ‘sociedad civil oficial’ intenta ningunear. La sociedad civil es algo complejo, diverso e imposible de delimitar, y quererla oficializar es la mejor manera de debilitar. Ambas son necesarias, pero en épocas de cambios y turbulencias, no podemos salir adelante, sin esa sociedad civil libre, flexible y que se la juega cada día asumiendo su responsabilidad. Donde se le respeta, valora y escucha hay muchas más posibilidades que la sociedad afronte las incertidumbres de los nuevos tiempos y por tanto mucha más capacidad de supervivencia. Es muy difícil crearla, pero muy fácil eliminarla.

*Economista