Un puesto de trabajo es, para muchos reclusos, la llave que puede abrir la puerta hacia una nueva vida. Con ese objetivo Cáritas Diocesana Mérida-Badajoz trabaja con el Proyecto Dimas, que busca la empleabilidad de los reclusos. Se trata de un programa de inserción sociolaboral que gracias a la labor de nueve voluntarios ha permitido que cuatro reclusos en régimen abierto, del Centro Penitenciario de Badajoz, hayan podido participar, fuera de la prisión pacense, en un curso de Electricista de Edificios, del Plan de Fomento y Calidad del Empleo de Extremadura.

El Proyecto Dimas tiene una doble vertiente de reinserción, ya que prepara a los internos para su futuro laboral y al mismo tiempo permite crear un vínculo con los voluntarios que cada día, durante el curso que ahora termina, les han acompañado del centro penitenciario al formativo. Cada mañana en ese trayecto, internos como Diego y Luis han vivido con sus acompañantes momentos de total integración, la misma con la que han compartido las clases con otros ocho compañeros de curso que no procedían de prisión. Diego, joven recluso que cumple condena en Badajoz, habla del valor que para ellos ha tenido esta experiencia, ya que "nos ha aportado mucho, tanto en la formación como en la relación con otras personas fuera de la prisión", de gran ayuda en su futura reinserción, algo que cada vez ve más cerca uno de los presos, que ya está realizando prácticas en empresa.

La continuidad de este proyecto permitirá a partir de septiembre que se formen otras dos internas y dos internos más. El coordinador del programa de empleo de Cáritas Diocesana, Francisco Delgado, indicaba ayer que el próximo curso se pretende también trabajar en red con otros centros formativos y contar con el piso para reclusas del Centro de Promoción de la Mujer. Toda esta labor, para la que Cáritas pide más voluntarios, va más allá de la integración sociolaboral, busca la integración de la persona tras la dura experiencia vital de la cárcel.