Con pena, impotencia y rabia observaban los trabajadores de la panificadora El Nevero cómo las llamas devoraban parte de las instalaciones a las que cada día acuden a trabajar. La incertidumbre sobre su futuro laboral se apoderaba de ellos. «Lo que estoy viendo es que son muchos años para nada. Y ahora, ¿qué hacemos?, se preguntaba Juan Carlos Moreno, encargado de la zona de congelados de la empresa. Son más de un centenar de empleados, muchos de ellos hijos que han relevado a sus padres en sus puestos. «Somos una familia», reconocía con lágrimas en los ojos.

«Somos muchos padres de familia aquí, con hijos, con hipotecas y no sabemos lo que va a pasar», decía Javier Figueredo, otro de los trabajadores. Él se tendría que haber incorporado a su puesto de trabajo en el turno de las 12.00. «De repente nos hemos encontrado con una bocanada de fuego», relataba este empleado, al que solo le consolaba que ningún compañero hubiera resultado herido. «Están todos fuera, sanos y salvos, pero es una pena lo que ha pasado, es un trabajo de muchos años que vamos heredando de padres a hijos», comentaba.

La panificadora El Nevero, con actividad las 24 horas del día, distribuye hasta 45.000 kilos de pan diario en Extremadura, Andalucía y Madrid. Fabrica pan precocinado, congelado y común. Si los trabajadores no ocultaban su preocupación, tampoco lo hacían los responsables y empresas a las que abastece. Aunque confiaban en que no habría problemas para tener pan hoy, sí los supondrá a corto plazo si no puede retomar la actividad. Este diario intentó contactar ayer con los responsables de la panificadora, pero no fue posible.