TEtn nombre de qué dios monstruoso robaron esas monjas centenares de recién nacidos con la aquiescencia de sus superiores? ¿En virtud de qué inaceptable legalidad y con el concurso necesario de médicos, enfermeros y funcionarios, se atrevieron a cambiar la filiación y la identidad de aquellos niños por otras que no eran las suyas? ¿Por mor de qué horrenda moralidad destruyeron tantas familias? ¿Por hacer qué clase de cruel caridad destrozaron la emotividad y la estima de tantas madres que, si necesitaban alguna ayuda, desde luego no era la de ser atrozmente despojadas de sus criaturas en nombre de la más inhumana decencia, la más deleznable consideración de futuro y la más perversa atención al interés de los bebés? No se conocen casos de bastardos de damas de alcurnia que fuesen robados en nombre de esa honestidad. Todos los niños expoliados lo fueron a madres indigentes, a madres solteras o a prostitutas.

Dicen que ha muerto una de las monjas implicadas en el robo de bebés. Algunas de las madres saqueadas de sus hijos lo ponen en duda, asegurando que es una nueva operación de ocultación por parte de la jerarquía católica, a fin de evitar que la monja declare. Quizás esta sospecha sea infundada. Pero la duda tiene una lógica aplastante. Durante década se practicó ese robo inhumano y esa presunta venta de bebés con la participación de numerosas personas. Es forzoso que esta práctica tenía que ser conocida y autorizada por la autoridad eclesiástica. Es inconcebible pensar que unas cuantas monjas, por su cuenta y riesgo, se atreviesen a cometer estas atrocidades, sin la autorización o la anuencia de sus jefes. Es esta connivencia de la autoridad eclesiástica, aun pasiva, la que forzosamente determinó la complicidad del personal sanitario y registral implicado. Ninguno de los profesionales y funcionarios que participaron en esta cadena depredadora lo hubieran hecho si solo se hubiera tratado de los manejos de una monja loca. La bendición tácita de esta actividad delictiva por parte de quien tenía en su mano la capacidad de bendecir, fue lo que permitió, en última instancia, que el resto de los respetables cómplices se prestara gustosamente a esta vil rapiña de seres humanos indefensos. No sé si Sor Demonio irá al infierno. Lo que sé es ella creó y regentó un infierno en la tierra, muchos de cuyos otros diablos andan vivos y sueltos todavía.