Creo estar viviendo un auténtico dejà vu escribiendo otro artículo sobre una campaña electoral. Fue hace tan solo dos semanas cuando publicaba, en este mismo espacio, que «las cartas estaban echadas» -era el último día de la campaña de las elecciones generales- y ahora, y por seguir con el símil del juego de azar, debería decir que se inicia la partida para las autonómicas y locales, sin olvidarnos de que también votamos en quince días a los candidatos europeos. Mucha tela.

¿Pero hasta qué punto se decide un voto municipal o autonómico en una campaña electoral?. Aunque en esta ocasión, y recién pasados por las urnas, casi mejor sería preguntarse: ¿hasta qué punto en estos próximos días puede variar la opinión de los ciudadanos que ya ejercieron su derecho al voto hace tan sólo dos domingos?.

Está más que dicho y escrito, y yo comparto la opinión de que no se puede extrapolar el resultado de las pasadas elecciones generales a lo que pueda ocurrir el próximo 26 de mayo. Pero qué duda cabe que marcan una tendencia del votante.

Y es justo esa tendencia o repetición del voto lo que está en juego en esta campaña electoral que comenzó anoche. Unos partidos, como el PSOE o Ciudadanos, que fueron los que mejores resultados obtuvieron, trabajarán para que esa tendencia se mantenga e incluso mejore; otros como el Partido Popular intentarán romperla para recuperar el importante apoyo perdido entre sus votantes. Una auténtica segunda vuelta.

Todos saben que ahora importan más las personas que las siglas, no me imagino a nadie votando para alcalde a una persona que no conoce por mucho que represente a un partido político, y que las propuestas para mejorar nuestra ciudad o comunidad autónoma sean lo más creíbles posibles.

Los resultados de estas próximas elecciones dependerán mucho del trabajo de los candidatos y de su capacidad de persuasión en este sprint final para mantener o modificar una tendencia del voto. No cabe lamerse las heridas o henchirse de victoria.