Disciplinado, exigente consigo mismo y reservado. Así describe a Borja Aybar, el capitán del Ejército del Aire de 34 años fallecido este jueves en Los Llanos (Albacete) al estrellarse su caza Eurofighter, una de las personas con las que mantuvo un contacto más estrecho durante su estancia en Badajoz. Fueron más de dos años, de mayo del 2015 a agosto pasado, en los que ejerció como jefe de Operaciones de Fuerzas Aéreas y profesor en el Ala 23 de la base de Talavera.

A lo largo de casi todo ese tiempo Tony Ramos fue su entrenador personal en el Centro Fenómeno, en Valdepasillas, barrio en el que residió junto a su mujer y también durante unos meses con su hijo, nacido el pasado mes de mayo. «Nunca se rendía. Por mucho que le exigiera, siempre lo daba todo, aunque se fuera hecho polvo a casa... Y siempre con buena cara», recordó ayer su entrenador. Tanto él como otros muchos compañeros del centro deportivo estaban afectados por la muerte de Aybar, con el que habían compartido muchas horas de gimnasio. «Cuando hablaba de su trabajo le cambiaba la cara, porque su gran pasión era volar», aseguró Ramos. Su profesión, según contó, despertaba «curiosidad» entre el resto de clientes, que le solían hacer muchas preguntas.

Según Ramos, aunque el capitán se encontraba «a gusto» en la ciudad, su deseo era volver al Ala 14 de la base de Los Llanos, donde ya estuvo entre 2013 y 2015, para estas más cerca de su familia y poder volver a ponerse a los mandos de un Eurofighter. «Para explicarnos por qué quería volver a Albacete nos decía que en Badajoz conducía un BMW y que allí conduciría un Ferrari. Quería aprovechar los años que le quedasen de vuelo con el Eurofighter», contó Ramos.

Antes de marcharse, en agosto, se despidió de su entrenador y de sus compañeros, «que rara es la semana que no lo sacan en la conversación», aseguró Ramos. Todos han sentido su pérdida, aún más sabiendo que había regresado a casa para volver a vivir su gran pasión.