Días como el de hoy los vivo con la misma chispa en el estómago que el de la Lotería de Navidad, la gran final de un concurso o el partido decisivo de la Selección Española de fútbol; con la incertidumbre y la curiosidad de que a lo largo de la jornada se sabrá quién ha ganado y quién no ha superado la prueba. Como en el deporte o en las competiciones lúdicas, en unas elecciones, a pesar de los enfrentamientos previos, los políticos acaban la disputa trasladando el mensaje de que lo importante es participar, aunque todos sabemos que rodarán cabezas cuando cierren la puerta. De nuevo esta mañana temprano acompañaremos a los cabezas de lista a votar, para recoger el momento en que introducen su autovoto en la urna, con talante conciliador expresarán su deseo de que la jornada transcurra con normalidad y harán un llamamiento a los ciudadanos a que ejerzan su derecho al voto. A lo largo de la jornada nos informarán de que las mesas electorales se han constituido con normalidad, salvo inconvenientes que se quedan en la anécdota. De nuevo, cuando el recuento termine, todos los candidatos expresarán su satisfacción con los resultados: todos dirán que han ganado.