Anda por ahí de incógnito un vecino oriundo o un forastero suertudo que pasó por Badajoz, cabilando cómo gastar e invertir los 1,7 millones de euros que se embolsó la semana pasada con una Bonoloto. Esa persona ya se puede meter a pastor si quiere, que es más que marqués, senador o ministro, si no tienes que preocuparte por llegar a fin de mes como es su caso, y no te digo si tienes banda ancha 3G inalámbrica para conectarte a la red bajo una encina a la orilla del río o en medio de la dehesa, con el bisbiseo de las ovejas modorras, el tolón-tolón de la vacas deambulando y Radio 2 o 3 de fondo.

Claro, que eso sería siempre que esa agraciada persona no tenga vocación de servicio público, porque si es así se acaba de acarrear una ruina. Entonces sí que seria mejor ser marqués, senador o ministro para entregarse a los demás como hiciera san Francisco en pos de las almas hermanas, pero con armario de Armani, o el Cid por España, aunque sobre un Q7 en vez de en Babieca para que nada impida la cruzada. Ahora bien, si no has sido tocado por la suerte, te cuesta llegar llegar a fin de mes y tienes vocación de servicio, entonces sí que estás jodido.