TCtuando llega noviembre, llega el tiempo de los fantasmas y de los cuentos de terror. Son esos días en que antes iban las familias de luto con los niños de la mano y flores al cementerio, y ahora sirven para disfrazarse de muertos y hacer el fantasmón por los bares o, si eres menor de edad, para dar la vara a los vecinos, con el trick or treat, que es una estupidez copiada de por ahí. Si bien lo de ir todos ordenaditos al cementerio tiene su punto macabro, casi es peor lo otro, lo de pasarlo de miedo con tonterías fantasmales y brujas inventadas. Porque, si se trata de morirse del susto, no hace falta acudir a espectros inexistentes o de existencia dudosa, que bastantes tenemos reales y al alcance de cualquiera: deflación de horror, crisis de espanto, tasa de desempleo pavorosa, fantasmas en todos los partidos, vampiros en las cuentas, futuro aterrador- Y, en lo que respecta a cuentos, tampoco es necesario releer a Edgar Allan Poe para ponerse a temblar. Basta asomarse cada día a las noticias para sentir escalofríos y sensaciones espeluznantes. Puede que no estés en paro y que todavía no le tengas temor a la crisis. Puedes creerte un superviviente del suroeste español porque vives en Badajoz y aquí se vive sin miedo y a loco, ya sabes, esta alegría nuestra. Puede que este finde solo estés preocupado por el disfraz de halloween o por el puente. Pues mira entonces: una ciudad repleta de calles a medio hacer, desocupados los barrios que iban para zona residencial y quedaron en fastamadas vacías, locales rotos y edificios derrumbados con sus murciélagos propios y sus espectros de verdad en aquello que alguien todavía denomina casco histórico y debería llamarse fantasmagórico por la cantidad de cadáveres que encierra. Una historia de miedo en el Marcelo Nessi, lugar de ángeles rotos y demonios perversos y un cuento de terror con dos perrillos atormentados. Así que, déjate de trick or treat y pregúntate si susto o muerte. El final: pues haber pedido muerte.