Se está concluyendo una obra que hace mucho debiera haberse acometido. Es conocido el despropósito. En 1951, se descubrió el teatro romano de la antigua Malaca, al pie de la Alcazaba de Málaga. Había muchas posibilidades de que apareciese allí, pero, pese a todo, en el solar donde se presumía la presencia de restos arqueológicos importantes, se edificó la Casa de la Cultura. No estuvo nada mal como forma de proceder, sin atender a razones. Eso se remonta a algunos años atrás. Tampoco puede decirse que haya sido rápido el proceso para deshacer el entuerto.

Esto lo cuento porque, conociendo cómo van la cosas en este Badajoz de nuestras penas, nada me extrañaría que la construcción de la Obra Social de Caja Badajoz -nombre virtual- se vaya a levantar destrozando vestigios claves para conocer el pasado de la ciudad. Escuché cómo el Sr. Alcalde explicaba con su verbo fácil el futuro desarrollo del edificio. Lo que no me quedó nada claro es si ya se han hecho sondeos -¿quién?- y cómo se piensa actuar para desarrollar el plan constructivo. No hace falta ser profeta para pronosticar el descubrimiento de hallazgos importantes -constructivos o no-, porque estamos en el centro del yacimiento urbano y porque ya surgieron en la inmediata plaza de Santa María. Pues bien, sepan los señores arquitectos que ganen el concurso -¿se conocen de antemano?-: nada de documentar y dejar aquello como el desierto de Gobi. Habrá de calibrarse el carácter de lo aflorado. El valor, también aquí, se le supone. Y ha de conservarse o todo o una parte sustancial. Sería una honra para la institución patrocinadora no comportarse como siempre aquí. Doy por descontado que Ayuntamiento y Junta les consentirán cualquier cosa. En peores plazas hemos toreado dentro y fuera de la Alcazaba. Me gustaría poder aplaudir la sensibilidad de la Obra, bueno, de sus directivos. Ya de entrada vamos mal. Se está actuando de forma opaca. Se han dado explicaciones confusas e insuficientes, en lo que se refiere a los estudios arqueológicos. No soy desconfiado porque sí. Pero no me fío. Y si lo refiere el Sr. Alcalde, menos. Él dice o lee lo que le preparan. Como aquello del renegado Ibn Marwan ante los embajadores, árabes y musulmanes.