TEtxtremadura ha sido pródiga en grandes dramaturgos en dos momentos históricos señalados, en el Siglo de Oro y en el último tercio del Siglo XX y ahora. El arraigo del teatro aquí es milenario. La Hispania romana gozó en nuestra Lusitania de algunos de sus principales recintos teatrales, sobre todo el de Mérida, uno de los mayores y mejores de la península, sin desdeñar los de Medellín, ahora en excavación, y el de Regina, recuperado poco a poco.

En los siglos XV y XVI florecieron en esta tierra algunos de los dramaturgos más importantes de su tiempo, procedentes en su mayoría de Badajoz y algunos puntos de su provincia, como Diego Sánchez de Badajoz , Bartolomé Torres Naharro , o Vasco Díaz Tanco , y de Plasencia y alrededores, como Micael de Carvajal, Luis de Miranda , o Pedro Faria , conocido como Pedro Hurtado de la Vera.

Después de ellos se produce un apagón, mejor dicho, una bajada del telón que duraría más de cuatro siglos en esta tierra, hasta la aparición en el siglo XX de Manuel Martínez-Mediero Díaz , el autor extremeño que volvió a contagiar en los jóvenes escritores el amor por el teatro. Varios han sido, desde él, los dramaturgos procedentes de las dos provincias extremeñas que han escrito o estrenado teatro con más o menos asiduidad y fortuna. Entre todos ellos destaca hoy Miguel Murillo como el autor extremeño de las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI que mayores logros ha conseguido, tanto en abundancia y calidad de su obra dramática, como en estrenos, difusión, premios y reconocimiento.

Miguel Murillo se alza hoy como una de las grandes voces dramáticas de la historia de esta región, y lo hace desde la humildad y el trabajo constante. Extremadura acaba de darle su Medalla, que es el símbolo metálico del corazón de todos los extremeños, un galardón a cuya altura no siempre está el que lo recibe, pero que en este caso premia de manera justísima a un gran autor y a un gran hombre. Miguel ha llevado a la escena con arte y desde las raíces de nuestro ser extremeño, la España y el mundo de estas últimas décadas de desolación y de esperanza. Lo ha hecho poniendo de sí mismo la belleza y el consuelo. Se merecía esta medalla. Y más.