TYta han pasado varios años desde que las empresas de Arqueología comenzaron a funcionar en España -y en Extremadura-. Ahora poseemos suficiente perspectiva como para poder juzgar su labor. La primera dificultad, que sigue estando sobre el tapete, es el de la falta de regularización de la actividad profesional. Visto que no existe, como ya escribí en columnas anteriores, un título de arqueólogo salvo que los excavadores hayan defendido una tesis doctoral o hayan obtenido el conforme de un tribunal de profesionales --que hayan demostrado su cualificación investigadora--, no son arqueólogos, aunque sean licenciados o graduados en Historia o en Historia del Arte. El asunto parecía haberse subsanado en parte con la creación de secciones de Arqueología en los colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras. Así se intentaba garantizar la posesión de unos mínimos técnicos, pero, de hecho, esas secciones no existen en todos los colegios o no funcionan. Es el caso de Badajoz. Las administraciones, por su parte, han impuesto unas normas para garantizar la suficiencia profesional, basadas, en general, en el número de excavaciones en que ha participado un candidato. O, lo que es lo mismo, en su curriculo de campo. Y eso es insuficiente. En ocasiones arbitrario. Cuando no algo más- Excavar es sólo una parte del método arqueológico. Por mucho que alguien excave bien, si no posee los suficientes conocimientos teóricos y es capaz de interpretar, leyendo y comparando sus resultados con los de otros investigadores --en bibliotecas especializadas--, el resultado de su trabajo es, cuando menos, dudoso. Matar a muchos pacientes no acredita como médico a un licenciado en medicina.

¿Para qué excavamos? ¿Qué valor tienen los informes emitidos por esos llamados "técnicos? ¿Sirven o servirán para algo esas cacareadas "documentaciones" de hallazgos antes de destruirlos con los parabienes de las administraciones? ¿A qué controles se someten los licenciados que excavan? ¿Cuándo, en los concursos públicos, se pide la presencia de arqueólogos en los equipos concursantes, quién controla los títulos esgrimidos? ¿Se explican ustedes por qué protesto tanto -infructuosamente, eso sí- cuando en los frecuentes conflictos badajocenses me niego a aceptar el criterio de los aficionados que critican, de muchos de los licenciados que excavan y de las autoridades, que se lavan las manos?