Soledad tiene 15 años y un día decidió coger la moto de su novio para ir a comprar golosinas. En su camino se encontró con la Policía Local, que la denunció por conducir sin permiso. "Me quitaron la moto y me llevaron a comisaría y allí me fueron a buscar mis padres y mis hermanos. Me asusté mucho", recuerda. Afirma que no lo volverá a hacer porque es consciente de que lo que hizo está "mal" y de que puso su vida y la de los demás en peligro. "Tengo la lección más que aprendida", asegura rotunda.

Es consciente de que su detención supuso un disgusto para sus padres, "sobre todo para mi madres, que me había dicho muchísimas veces que no hiciera eso". "Yo ya no cojo más motos hasta que no me saque el carnet de conducir", insiste.

Ella es una de los 20 menores que asiste al curso de educación vial puesto en marcha por la Consejería de Administración y la Fiscalía de Menores y su caso se parece mucho al del resto de jóvenes que como ella han decidido beneficiarse de esta medida para evitar un juicio. La hija de María utilizaba la moto de su padre sin permiso. Sus padres sospechaban que alguien la cogía del aparcamiento, pero nunca pensaron que pudiese ser ella. Se enteró cuando la Policía Local la denunció por circular sin permiso de conducir.

María reconoce que fue "una decepción" y confía en que este curso ayude a su hija de 15 años a darse cuenta de que lo que hizo estuvo mal.

"Me gustaría que este curso no fuera una obligación para ellos, sino que realmente les impactara para que lo que van a aprender no se les olvide nunca", pedía otra de las madres, que lamentaba que a pesar de los consejos que los padres dan sus hijos, éstos hagan caso omiso y pongan sus vidas y las de otros en peligro.