TLtas teorías son argumentaciones generalmente hermosas, hechas para deslumbrar a cualquiera. Se crean con el fin de reorganizar algún desaguisado cotidiano social, económico, filosófico, de comunicación, educativo o de no importa cual rango. Aparecen escritas en resmas de papeles y rubricadas por gente que pretende trascender gracias, precisamente, a la teoría e, incluso, muchas llevan el nombre de quien la inventó. Pueden resultar entretenidas como las novelas o enrevesadas como un ensayo. Comparten siempre el punto de ficción que las caracteriza, porque, en realidad, las únicas veraces son las teorías científicas cuando acaban siendo demostradas en un par de ecuaciones. Las demás son pura fantasía que se desbarata cuantito que intentas comprobarlas en la praxis. Incluso antes, porque la realidad se impone y las devora como si nunca hubieran existido ni siquiera en el nivel nebuloso de las no realidades. Pero mientras existen se pavonean mostrando bellas palabras, --el papel aguanta todo-- prácticamente imposibles. Lo normal es que te importen un bledo y las consideres meras simplezas sin mayor consecuencia, mas no siempre es así. Ahí está la universidad española --una de las peor consideradas en el mundo occidental-- y la extremeña --una de las peor consideradas en el mundo español-- y la teoría de reformas anunciadas entre proceso Bolonia, Aneca y autoridades. Todo escrito en sus resmas correspondientes con mucha filosofía y mucho adorno. Muy bonito: Profesores preocupadísimos por su labor docente e investigadora volcados en un adorable y responsable alumnado que pasa su tiempo universitario empeñado en el saber, en la excelencia, en la eficacia. Un magnífico conjunto bailando al ritmo de los tiempos venideros, inmerso en las nuevas tecnologías, en el diálogo social, en la preparación, en la competencia. Y las autoridades, imparcialísimas ellas, otorgando premios, bonificaciones y aumentos salariales según valía. Te gustaría creerlo, pero, ¿puedes?