Mientras va a lavarse la cara, aun con los ojos semicerrados, enciende la música y la casa se despierta en Navidad. Para que se aireen las sabanas y los sueños se espanten, abre las ventanas, a la mañana tan blanca como un White Christmas de Bing Crosby. Cándida, aún sin hacer. Sube olor a café y a vida sencilla. Los pijamas doblados bajo las almohadas, son una declaración de amor. La niebla, tierna, cosida al sol. Como por un entredós en una camisa de batista, se escapan hilos de luz que estallan en los ojos, mientras se miran. La promesa de una tarde de paseo y las rebanadas de pan que saltan del tostador y el escalofrío de gusto al subir las enaguas del brasero y un guiño, y la espuma justa, primorosa en la taza, resalta el día sin necesidad de marcarlo en rojo en el calendario. Tranquilo de alegría. Extienden sobre la mesa sus fotos de carreteras, y caminos, por recorrer o por redescubrir navegándolos de nuevo. Paisajes trazados entre líneas de luces, de tierras y lindes, y cordilleras, y bosques, y ríos que surcan, desde la ventanilla de un avión, un mapa del tesoro. Fotografías de casas abandonadas que prometen un hogar. De cercas tan desmoronadas como la intención de atarse. «Libre te quiero».

Fotografías de puertas, azules de la Provenza, verdes alentejanas, rojas inglesas. «De par en par y en el fondo el mundo entero». De cuadernos por empezar, de arboles de hoja caduca acostumbrados a empezar a cada poco, de guisos en el fogón con los que alimentar los mediodías y su hambre continua, de más. Sacan del armario la caja con las tijeras, el pegamento, cordeles, hojas secas, preciosas, canela en rama, lavanda llena de mayo, corchos con fechas anotadas ...Y así, pensando en cada amigo, en los sobrinos, en los hijos, en un compañero del que ya hace demasiado que no sabe nada, van recortando un recuerdo y estampándole el olor de la dehesa, el sabor de un beso, y de un jamón que probaron juntos con los ojos en blanco, los atardeceres sobre el Guadiana, la frontera limpia, abierta sobre la planicie hermosa del Alentejo, versos prendidos del pico de las cigüeñas..., como quien busca el color que mejor resalte sus ojos. Sonríen mientras firman juntos. Enamorados de ese Y que les enlaza. Él se levanta a poner otra cafetera ensayando un paso de baile, con el All I whant is you. Ella se acerca al belén y enciende tres velas. El domingo remolonea, reconfortado, les mira, calentito, dejándose hacer.