En esta crisis sanitaria cargada de incertidumbres, los farmacéuticos están siendo avanzadilla en iniciativas de prevención y de protección, que estos profesionales no han tenido otro remedio que incorporar por encontrarse en la primer línea de contagio de una enfermedad que suele empezar a manifestarse con fiebre. Precisamente ha sido una farmacia de Badajoz la primera en contar con un dispositivo que se ha generalizado en espacios públicos de China, Japón y Corea e importaron aeropuertos y fábricas. Se trata de una cámara de detección de la temperatura corporal, que incluye otras aplicaciones relacionadas con la transmisión de la covid-19.

La farmacia de Jorge García-Doncel, situada en la avenida Fernando Calzadilla, es la única en Extremadura que cuenta con esta termocámara, ubicada a la entrada del establecimiento, donde el cliente que se dispone a acceder, siempre voluntariamente, puede conocer si su temperatura responde a un proceso febril y además le informa de que tiene que ponerse mascarilla en el caso de que no la lleve.

El usuario debe colocarse en una posición adecuada frente al dispositivo, a una distancia entre 20 y 40 centímetros, y adaptar la silueta de su cabeza a la de la pantalla para que un punto rojo quede colocado en la frente. Si tiene fiebre, le informa con un aviso en rojo, con texto y voz. El mismo software detecta si va o no con mascarilla. El usuario escucha «temperatura normal» cuando no tiene fiebre y «por favor colóquese una mascarilla» si no la lleva.

«A mí me viene muy bien, porque la gente llega más segura, sabe que los que están dentro no tienen fiebre y nos da tranquilidad a todos», explica el farmacéutico. Y en el caso de que se detectase a alguien con temperatura febril, le serviría de información para conocer su estado «que puede que no supiera y ya sabe que tiene que cuidarse». Por el mero hecho de tener fiebre no le ocurriría nada en el local, se saldría fuera y el farmacéutico le atendería «perfectamente».

El dispositivo es portátil y muy manejable, puede cambiarse de sitio y en esta farmacia está conectado a la corriente para no estar pendiente de que la batería se encuentre cargada. Hasta este martes, solo un cliente se ha quejado. «Una señora, con la que estoy de acuerdo en muchas cosas, dijo: nos están controlando, nos van a poner un chip en la oreja», cuenta García-Doncel. Pero este profesional aclara que precisamente esta cámara no reproduce ni graba ninguna información, con lo cual no se puede rescatar ningún dato de quienes han entrado en el establecimiento.

Esta cámara de inteligencia artificial ofrece más aplicaciones, que esta farmacia no ha requerido, como el conteo de las personas que entran en el establecimiento, con aviso cuando se llega al máximo de aforo. También permitiría el reconocimiento facial de los trabajadores cuando entran y salen.

Para García-Doncel es lógico que los farmacéuticos sean pioneros, pues aduce que este colectivo ha sido de los primeros en «buscarse la vida» para poder seguir prestando un servicio esencial en condiciones de seguridad para sus trabajadores «y para tu barrio». Lo hicieron con las mascarillas, cuando solo se encontraban a precios abusivos y fueron los primeros en colocar mamparas de protección de metacrilato y en señalar líneas de distanciamiento en el suelo, porque mientras otros cerraban, «las farmacias hemos permanecido siempre abiertas». «Yo apoyo todo aquello en lo que los farmacéuticos podamos ser punta de lanza, todo lo que sea innovación, ponernos al día y cuidar de nuestra gente», defiende.