La única película que me interesa de Alejandro Amenábar es, precisamente, aquella con la que, en 1996, inició su carrera: Tesis. La historia es chunga, algo mediocre, pero de las que, si te dejas, te sorprenden y medio asustan, sobre todo en los años 90 cuando se hablaba mucho de las snuff movie: una chica un poco ingenua -mi debilidad por Ana Torrent me impide que diga pánfila- y con cara de no haber roto nunca un plato está elaborando una tesis sobre violencia audiovisual y, hurgando, va a dar con un director de tesis que no acaba bien, con otro profesor que va de guay y es sospechoso de todo, y con un par de alumnos que se pasan el rato despistando al espectador a ver quién de los dos es el malo: el coleccionista friki de cine porno y raro que da un mal rollo que te cagas y el pijo psicópata que llamándose Bosco tiene todas las papeletas para que le odiemos.

Entre todos, tejen una historia de muertes violentas como entretenimiento audiovisual en el marco de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Para los cientos de chicos y chicas que de toda Extremadura han recalado en aquel edificio, la peli supone refrescar la memoria de los mejores años de nuestra vida. La realidad es que en esa granítica y grisácea Facultad -que dicen que iba para cárcel y, si uno se fija, algo de eso tiene- nunca pasa nada fuera de lo normal: el bar siempre animado, las colas en la copistería, las partidas de cartas, el librero por el que no pasan los años, la biblioteca a pleno rendimiento con sus libros y tesis doctorales en papel, todos perfectamente colocados y reseñados, los paquetes de periódicos gratis a la entrada, y la sensación de estar perdidos en un laberinto de pasillos, aulas, despachos y otras dependencias que acaban con la paciencia del novato y sugieren mil historias en el veterano, como ocurrió con Amenábar mientras estudiaba allí.

Ya sé que titulando así la columna el lector podía esperar otra cosa, pero no se me ocurre nada más que escribir sobre una Universidad donde todas las tesis se pueden consultar digitalmente y que la película de Amenábar, sus trabajos posteriores me lo han confirmado, es una tesis sobrevalorada. Lo de siempre. El friki le dice a Ángela: «Te has enamorado del malo, imbécil». Al final, les dejé una metáfora. ¿O es un símil?.