Hace más o menos 1.600 años, Agustín de Hipona se preguntaba qué es el tiempo. Según Baltasar Gracián el tiempo es lo único que nos pertenece. Paulo Coelho considera que el primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo. Benedetti explicaba la relatividad del tiempo con esos cinco minutos que bastan para soñar toda una vida. Jorge Manrique abunda en la idea: "Recuerde el alma dormida,/ avive el seso y despierte/ contemplando/ cómo se pasa la vida,/ cómo se viene la muerte/ tan callando,/ cuán presto se va el placer,/ cómo, después de acordado,/ da dolor;/ cómo, a nuestro parecer,/ cualquiera tiempo pasado/ fue mejor". Quevedo , poeta metido a filósofo, nos dará de bruces con la realidad: "Huye sin percibirse, lento, el día,/ y la hora secreta y recatada/ con silencio se acerca y, despreciada,/ lleva tras de sí la edad lozana mía". La vida, la niñez, la juventud "yace entre negra sombra y nieve fría" y va tan deprisa que "no sentí resbalar, mudos, los años".

Parece que fue ayer cuando la gente se bañaba en el Guadiana, cuando la boca del lobo en Castelar, cuando se compraba en el Mercado de la Plaza Alta, cuando los militares en Conquistadores, cuando Simago nos alimentaba, cuando el Puerta Palmas entrenaba en el campo de la Metalúrgica, cuando los veranos duraban y duraban. Parece que fue ayer cuando todo empezaba --el trabajo, la declaración de la renta, el primer coche, la primera vivienda- y han pasado ya más de veinte años. En el camino se han quedado caras, amigos, palabras, recuerdos, el amargo sabor de alegrías truncadas por el inexorable paso del tiempo que no da tregua. Parece que fue ayer cuando empezó el año: fitur, carnaval, semana santa, feria del libro, campaña electoral, San Juan y ya estamos en julio. El tiempo nos devora. "Ayer se fue, mañana no ha llegado;/ hoy se está yendo sin parar un punto:/ soy un fue, y un será y un es cansado" (Quevedo).

Nada alivia la desazón del tiempo que se va. Si acaso, las palabras de Facundo Cabral que yace cosido a tiros en una carretera de Guatemala: "Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo. Es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene límites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos".