Cuando ayer nos enteramo de que cuatro jóvenes habían fallecido en un accidente de tráfico a primeras horas de la mañana, no nos hacían falta más datos para pensar cuáles habían sido los motivos. Se podía llegar a la conclusión de que seguramente habían estado toda la noche de fiesta y regresaban a sus casas, tras haber apurado la madrugada, sin el suficiente control de sus actos como para tomar las riendas de un vehículo.

El fin de semana se preveía trágico, tal vez porque los últimos fines de semana han ocurrido accidentes con resultados fatales. El viernes había indicios de que algo podía suceder. Desde muy temprano, sobre las cuatro de la tarde, ya había cientos de jóvenes en el paseo Fluvial de Badajoz, que llegaron a ser miles a medida que avanzaban las horas y una gran mayoría empezaron a beber alcohol desde bien temprano. Muchos de ellos habían llegado y pensaban irse en coche, pues el paseo Fluvial estuviese completamente lleno de coches aparcados en la acera que mira al río. Quizá los chicos que ayer murieron no venían de ese botellón, pero no es descabellado pensar que le pudo haber ocurrido a muchos de los que allí estuvieron.