Todos para uno y uno para todos. El juramento que popularizó Alejandro Dumas en Los Tres Mosqueteros, un brindis que refleja el sentimiento de unión y de auxilio mutuo de quienes lo pronuncian, debería ser el lema del futuro Consorcio del Casco Antiguo de Badajoz: sin dudas, sin reproches ni miramientos. Todos comprometidos con el Casco Antiguo y el Casco Antiguo en la mira de todos. Las cuatro administraciones han tenido tiempo y ocasión de manifestar su compromiso con esta zona degradada de la ciudad, a través de un ofrecimiento explícito a participar en un organismo que sirva para poner sobre la mesa las necesidades y problemas y, antes de levantarse los comensales, consensuar las soluciones. Es muy difícil, pero sin el juramento expreso por parte de todos los integrantes que el ayuntamiento pretende reunir es complicado que eche a andar.

El consistorio es el más interesado en que el consorcio nazca y se desarrolle, porque es la administración más cercana al ciudadano y si en el Casco Antiguo algo no va bien, es la primera a la que le reprocha el traspiés y a la que le reclama que asfalte el bache, aunque no entre dentro de sus responsabilidades. Todos los grupos municipales tienen claro -y ya es algo- que la creación de este ente es un buen mecanismo para sacar adelante el centro histórico de la ciudad, de una manera integral: no solo rehabilitando y cuidando el patrimonio histórico, sino dotando de infraestructuras y servicios este entorno para atraer vecinos y mantener a los que ya están. También promoviendo la actividad económica, con una idea clara de qué sectores pueden ser compatibles con el renacimiento de este espacio, y acabando con la inseguridad que en muchas de sus calles se respira, y que por muy subjetiva que dicen que es, no deja de ser un freno a la recuperación. Aunque sean pocos los que infringen las leyes o no saben convivir, esos pocos hacen mucho daño.

De nada sirve que en el ayuntamiento todos los grupos políticos tengan claros los objetivos y se levanten de la mesa con palmaditas en la espalda, si las otras administraciones con las que el ayuntamiento quiere contar en esta ardua empresa no apuestan claramente por su intervención. Todas tienen competencias en la ingente tarea de sacar a flote el centro histórico de Badajoz y no pueden ponerse de perfil, solo porque no coincidan los partidos que llevan el timón. La ruta debe ser la misma para las cuatro administraciones y viene marcada por el bienestar y el progreso de una parte fundamental de la ciudad y de quienes la habitan. En el ayuntamiento hay un acuerdo para que el consorcio salga adelante y la Junta de Extremadura, la Diputación de Badajoz y el Gobierno central ya deberían haber confirmado que estarán ahí arrimando el hombro. Eso de decir que hasta que no reciban la propuesta no van a valorarla, no las deja en muy buen lugar en su compromiso con el Casco Antiguo de Badajoz. Nadie les pide que concreten qué cantidad de dinero están dispuestas a aportar, ni siquiera qué actuaciones consideran que se podrían poner en marcha. De momento, se les invita a juntar sus manos y pronunciar el juramento de unión y auxilio mutuo. Ese debería haber sido el primer paso del ayuntamiento, reunirlas a todas antes de nada. Pero parece haber comenzado la casa por el tejado, cuando ha decidido que lo primero es aprobar el reglamento de funcionamiento y la memoria de objetivos y después llamar a la puerta de quienes tienen que tomar las decisiones. Ya se verá cuando suene el timbre, si acuden a abrirla o se quedan observando por la mirilla.