No nos daremos cuenta, y se nos habrá echado encima el verano con su calor, la calor, los calores y las calores, según lo perciba cada uno. Porque en esta tierra tenemos un maravilloso otoño, una pequeña primavera y un largo y duro verano. No es extraño que desde mediados del siglo XIX se entoldasen las calles comerciales del casco antiguo, y que los toldos formasen parte imprescindible de la ciudad. No sé muy bien la razón por la que algunos le han cogido tanta manía a los toldos, cuando forman parte de la ciudad de manera tan natural como los árboles, los edificios y sobre todo las personas.

Claro que los toldos no dejan ver el cielo, pero es que para eso están, para que las personas puedan disfrutar de la ciudad con mayor plenitud es ese largo y duro verano y son, junto con los árboles, los medios más naturales, ecológico y económicos de promover la convivencia ciudadana, la actividad comercial y hostelera y dinamizar las calles en verano. Forman parte esencial del paisaje de la ciudad y no podemos dejarlos al libre gusto o interés de cada cual, pero tampoco prohibirlos pues son una gran oportunidad para configurar una personalidad y "marca" de la ciudad. Para gustos los colores, pero cada vez vemos a más personas que fotografían los toldos de San Juan y lo valoran como un hecho simpático, moderno y singular de Badajoz. Creo que antes que llegue el verano, deberían establecerse unos criterios de diseño, materiales y ocupación de calles, que permitiesen, e incluso facilitasen, que se extiendan lo más posible.

Créanme que no llego a entender porque siempre hay voces que saltan impidiéndolos o viendo problemas donde no los hay. En cualquier ciudad del mundo importante y referente patrimonial y de turismo, existen ocupaciones de las calles con estructuras que permiten disfrutar de terrazas todo el año, cubriéndose del sol en verano y del frío en invierno. No entiendo donde está el problema.

A mí me gusta la ciudad, y que la gente la disfrute y la ocupe pacíficamente, me gusta ver la Plaza de España llena de gente, y creo que unos toldos elegantes y con personalidad llenos de gente disfrutando de la plaza embellecen mucho más a la catedral y a la Casa Buiza, que una plaza desértica con los edificios despejados. Y lo mismo digo de la plaza Alta, la Plazuela de la Soledad, San Francisco, San Andrés y tantas y tantas calles y plazas. Para gustos colores, y a mí me gustan los colores y la gente en las calles. Y en verano bajo los toldos.