Viajo con frecuencia a Toledo desde hace años y soy testigo del aumento espectacular del turismo allí. Siempre fue muy visitada por su valor monumental y por la enorme cifra de obras de arte que atesora. El año de El Greco la ha convertido, ahora, en una ciudad que ha mejorado su oferta turística. Porque antes había pocos hoteles, pocos restaurantes y el panorama gastronómico era corto y de perfiles muy dudosos. Los visitantes recorrían una cantidad indigesta de sitios, comían rápidamente, tomaban un refresco y se iban sin haber dejado prácticamente nada. Y no es tan seguro que aprendido algo. Eso ha cambiado mucho. La capital de Castilla-La Mancha da ahora sensación de novedad: más hoteles, nuevos y variados restaurantes, mucha mayor calidad en todo. Sin embargo, su oferta presenta aún un defecto muy evidente. Se vende como la Ciudad de las Tres Culturas, basándose en el falso mito de la convivencia medieval entre cristianos, musulmanes y judíos. Siempre hubo allí muchos visitantes judíos, no en vano se conservan dos magníficas sinagogas. Y siempre tuvo visitable una de las mezquitas mejor conservadas de España: la de Bab al-Mardum, conocida por el dudoso nombre de Cristo de la Luz. Una novedad ahora es la presencia de nutridos grupos de musulmanes -no hablo de trabajadores locales- procedentes del Golfo Arábigo, de la India, de Malasia, etc. Pues bien, no hay un solo restaurante que ofrezca comida «hallal» o «kosher», adecuada a las exigencias dietéticas de musulmanes y judíos. Es incongruente, por no llamarlo de otro modo. Es un menosprecio hacia quienes se interesan por Toledo y, en general, por la cultura española y un maltrato al cliente.

La forma en que se vende una ciudad debe concordar -no es solo problema de administraciones- con su oferta. En Mérida, que debe mejorar aún mucho, se está comercializando la imagen romana. Ya no es el poblachón que era, con más monumentos que posibilidades para el turista. ¿Y Badajoz? ¿Qué vende y cómo se vende? ¿Qué perfil quiere dar de sí misma? ¿El de la antigua capital árabe de la moderna Extremadura o prefiere seguir con esa catetada de «con B de bonita»? Ni siquiera esto se aviene con la imagen que da. Alguien debiera pensarlo.