Resulta difícil imaginarse que hubo un tiempo en que este lugar situado entre el paseo fluvial y la avenida Ramón y Cajal, pegado a la muralla, fue en su origen una pista de patinaje, que hoy presenta un aspecto totalmente abandonado, cubierta de fango. Lo último que ha ocurrido es que alguien se ha dedicado a tirar las vallas.