Malvendió su obra por los bares y calles de Badajoz. Muchas veces solo recibía a cambio de sus cuadros unas pocas monedas o algo de comida. Hoy se cotizan por encima de los 6.000 euros. El Museo de la Ciudad acoge desde ayer, y hasta el 17 de mayo, la primera exposición monográfica de Toto Estirado (Usagre, 1939-Badajoz, 1994), con la que se quiere rendir homenaje al artista y al personaje.

"Queríamos tener en el Museo de la Ciudad una exposición de este pintor tan nuestro, que paseó nuestras calles, que nos hizo sonreir y al que podíamos ver pintar en directo en muchas ocasiones, según la urgencia que tuviera para pintar y vender sus cuadros", señaló la concejala de Cultura, Consuelo Rodríguez Píriz, en la presentación de la muestra.

Con el título Toto. Exorcizar la nada , se exhiben 45 obras de pintura al óleo y técnica mixta de la colección de la familia Fernández Berjano. Es una ínfima parte de la producción de Toto Estirado --sobre todo de sus últimos años--, pero representativa de muchas de sus temáticas: paisajes, figuración, crucifixiones, monumentos de Badajoz o las marinas. Luis Fernández contó que fue antes amigo de ´El Toto´ --como él lo llama-- que coleccionista de su obra (ha llegado a tener más de 200 cuadros suyos). Su restaurante El Sótano era uno de los lugares, junto con La Marina, que frecuentaba casi a diario el artista para vender sus cuadros entre los clientes. "Me fue interesando y gustando y de ahí mi afición a su obra", explicó.

"Si en la ciudad de Badajoz hubo alguna vez un movimiento underground, Toto Estirado es su icono más representativo y su principal valedor . Son palabras del crítico de arte extremeño José Angel Torres Salguero, que prologa el catálogo de la exposición, junto al cronista oficial, Alberto González.

Para González, Toto Estirado nació "cien años tarde", porque era "un arquetipo de la bohemia parisina del siglo XIX", y eso hizo que muchos valorasen más su pintoresca personalidad que su obra.

El coordinador de la exposición, Martín Carrasco, define la obra de Toto Estirado como "pintura de la urgencia", marcada por su necesidad de conseguir dinero de forma rápida, y suscribe las palabras de Salguero cuando dice que fue un artista "salvaje, diferenciado del artista doméstico y políticamente correcto".

Toto ya tenía una plaza con su nombre en Colorines. Ahora tiene un sitio en el Museo de la Ciudad.