Eulalia García (Lali para quienes la conocen) regentó un puesto durante 30 años en el mercado de Santa Ana, donde estuvo vendiendo leche, huevos y dulces. Ahora es clienta habitual de las pocas tiendas que quedan en la plaza Chica y no quiere que se cierren, no sólo porque entonces no tendrá dónde ir a comprar a diario, sino porque cree, a ciencia cierta, que entonces las instalaciones sólo servirán para refugio de gamberros.

Lali empezó a vender leche en el año 57. Primero en un local de una calle próxima y luego, como el mercado estaba lleno, habilitaron un espacio en la parte de arriba, donde los que traían la leche se negaban a subirla y eran ellas, Lali y su madre, quienes tenían que hacerlo. Allí estuvieron hasta que la madre cayó enferma y Lali tuvo que dejar el puesto.

Ahora pide que no cierren el mercado. Poco a poco se han ido yendo los tenderos y sólo quedan tres. Lali se pregunta para qué quieren cerrar estas instalaciones "¿para que vengan todos los drogadictos a hacer lo que les da la gana?".

"Aquí lo que tendrían que hacer es un supermercado, porque sólo los ponen en la parte nueva de Badajoz y nosotros, nada", añadía una vecina. "Y luego dirán que quieren que el Casco Antiguo se rehabilite, no será así", replicó otra.