A los vecinos de la calle Rigoberta Menchú, en los pisos de Santa Clara, situados a la entrada de la barriada del Cerro de Reyes, no les llega la camisa al cuerpo. En los últimos meses, desde los carnavales, cuentan que se han producido tres tiroteos y todos ellos han dejado secuelas, aunque las más graves ocurrieron la noche del miércoles, a las 23.45 horas, cuando tres menores que se encontraban en esos momentos en la calle resultaron alcanzadas por los disparos de una escopeta de perdigones, efectuados desde un coche ocupado por dos jóvenes, que se dio a la fuga inmediatamente.

La Policía Nacional se limitó a confirmar la existencia de un tiroteo con tres heridos leves, sin ofrecer más detalles. A última hora de la mañana continuaban las investigaciones para esclarecer los hechos, sin que se confirmase ninguna detención.

Las tres heridas son primas. Tienen 16, 10 y 6 años. La mayor vive en Santa Clara y las otras residen en Suerte de Saavedra y Los Colorines. Ninguna sufrió daños de gravedad, aunque tuvieron que ser atendidas en el Perpetuo Socorro (la mayor) y en el Materno Infantil (las dos más pequeñas), hasta donde fueron trasladadas por el padre de una de ellas esa misma noche. La joven de 16 años recibió un impacto en un tobillo y ella misma relató a este diario que no le pudieron extraer el perdigón porque estaba incrustado en el hueso. Debe guardar diez días de reposo. Según informó el Servicio Extremeño de Salud, las más pequeñas sufrieron heridas superficiales. A una le alcanzó en una pierna y otra en un brazo. Fueron dadas de alta al momento.

Las menores estaban con otras personas en la acera, entre los portales 12 y 14. La madre de la joven de 16 años --que aunque dio su nombre sin ningún temor, permanece en el anonimato por decisión de este diario-- contó que la familia estaba reunida para celebrar el cumpleaños de una hermana en su casa y las niñas salieron a "comprar". La madre salió por la ventana a alertar a la mayor de que sus primas pequeñas iban con ella. En ese momento oyó dos tiros. Procedían de un coche que se encontraba enfrente, en un descampado, al final de una calle sin salida. Según los testigos, el vehículo era un Seat Ibiza de color negro. En él viajaban dos jóvenes, de entre 16 y 18 años, y el que disparó fue el copiloto.

"No iban contra nosotros", apuntó la mujer, "pero al que le toque le tocó". Al parecer, el origen de esta agresión, que no es la primera, está en una disputa entre jóvenes ("niños", dicen ellos) de dos familias, una de ellas de otro barrio de la ciudad, "pero se han equivocado, porque pensaban que los otros estaban aquí". Parece ser que en alguna ocasión se han pegado entre ellos "y éstos, que se creen muy hombres, vienen aquí de chulos, a estrenar el arma, a comerse el mundo", decía otra vecina.

Fueron dos disparos, realizados a unos 40 metros de distancia de donde estaban las niñas. Quizá por esa distancia el daño no fue mayor. El rastro de los perdigones quedó marcado en la tapa de un contenedor de basura, como también todavía eran perfectamente visibles los pequeños agujeros en una persiana de un piso bajo, que sigue descolgada, de un tiroteo anterior.

Los vecinos aseguran que la policía no tardó en llegar. El problema es que no pueden identificar a los autores. La madre de la joven herida señalaba que cada día va con miedo a trabajar pensando en lo que puede ocurrir a sus hijos que se quedan en casa.

La presidenta de la Asociación de Vecinos del Cerro de Reyes, Isidra Méndez, recibió una llamada de la Delegada del Gobierno, Carmen Pereira, para informarle de que estaban tras la pista de los autores.