Un trocito de vacío se abre al decir adiós a Fernando Tomás Pérez que habrá que llenar con el recuerdo y revisando la colección ´La Gaveta´, entre otras, de la Editora Regional, o recuperando algunas charlas sobre los libros, la edición y sobre otros asuntos triviales en buena compañía.

Su marcha no es que haya cogido por sorpresa; la enfermedad ha sido larga, pero nunca se está preparado, al menos del todo, para asumir ciertas ausencias --duele pensar en lo que pasa en estos momentos su familia--. Y más cuando se trata de personas que han pasado por la vida con el ánimo activo de no agredir, de comprender, de estar abierto y escuchar, de servir. Hay palabras que conforman un talante, aunque suene a repetido, hay actitudes de las que los hombres y las mujeres no podemos, o podemos pero no debemos, prescindir, porque el coste, aparentemente insignificante, se paga en pesetas o euros de civilización.

Esta semana ha fallecido también una mujer entrañable, Olga Ramos, una cupletista que nació en Badajoz, como Fernando, dos mundos muy distintos que en todo caso enriquecen el acervo de esta ciudad, ahora de luto.