Es un tópico pero es cierto. El Carnaval de Badajoz es eminentemente popular, es Carnaval de calle, de disfraces caseros, a granel, heredados, prestados y de travestidos. Que la participación de las murgas en el teatro López de Ayala va en incremento es indudable y que el desfile de las comparsas gana en vistosidad, incuestionable. Pero el que viene a Badajoz a disfrutar del Carnaval y el que el miércoles siguiente se levanta con resaca y con una tremenda paliza en el cuerpo es el que ha pasado las madrugadas en la calle, bailando, bebiendo, riendo y divirtiéndose. La imagen del Carnaval de Badajoz por excelencia es la puerta de La Ría en la plaza de España como una alfombra de pelucas o la plaza de San Atón la madrugada del sábado al domingo o del lunes al martes.

Y esa gente que protagoniza el verdadero Carnaval de Badajoz no se aloja en hoteles con estrellas, ni pasa por la oficina de turismo, sino que duerme en pisos de estudiantes o en casa de sus primos, come espaguetis con tomate y va de ´botellón´. Son ellos los que mejor promoción hacen de la fiesta y el que quiera comprobarlo no puede verlo en folletos ni publirreportajes, tiene que venir a Badajoz.