El turismo se ha convertido en una inagotable fuente de riqueza, aunque distribuida de un modo muy irregular. Cuando es de masas crea empleo, pero mucho más que discutible en su calidad. Nos estamos acercando peligrosamente a la explotación. Y están apareciendo fenómenos, como el de los llamados «pisos turísticos», contra los que se hace mucha propaganda interesada. Pero son solo la respuesta al monopolio de los hoteles y de las agencias. Son el botellón de la hostelería. Guste o no guste.

Otra cuestión es la explotación abusiva del Patrimonio Cultural e, incluso, el de la invención del Patrimonio. Lo primero es sabido. Hordas de personas visitan monumentos conocidos, atropellándose en muchos casos. La pregunta es si son capaces de entender algo. Viéndolo todo a través del teléfono móvil -sin flash, claro-. No hay nada más contrario a la Cultura que el amontonamiento. No crean que soy clasista. Simplemente es que no voy al Museo del Prado para ver las Meninas desde detrás de un muro humano, perturbado por la voz de un guía que, en el mejor de los casos, da una explicación coherente. Otro problema que preocupa a los profesionales es, justo, el de los guías. Aquí, en Badajoz, no estamos en esa fase -¡qué más quisiéramos!-. Aquí soñamos, solo soñamos, con atraer turismo. Supongo que de masas, porque de calidad va a ser difícil con el nivel de la oferta y del servicio. Y, en lo que se refiere a la venta de nuestro patrimonio cultural, qué voy a contar. Se restaura no para preservar, sino para lavar la cara. Se embalsama. Pero se hace a un ritmo tan lento y con tanta torpeza que, cuando se pasa a la siguiente fase, la anterior ya necesita nuevas intervenciones. Nunca evita la mueca de desagrado de los visitantes y no conozco uno que al final no la haga: ¡No está mal, pero está tan abandonado todo! Aquí no hemos pasado del turismo de jubilados -digno y necesitado de mejor trato- ni del turismo de colegio, los viernes -¿saben los profesores lo que explican a los niños?-. Quiero decir que nuestra ciudad no se halla en la fase descrita al principio, sino mucho más atrás. Parece que solo se restaura para calmar la demanda de algún gremio con poca cartera de pedidos.