Ha vuelto de nuevo la feria Internacional del Turismo de Madrid (FITUR). Y Badajoz ha intentado promocionarse. Vale. Pero últimamente parece que se está perdiendo el norte en lo que se refiere a la oferta turística de esta ciudad y, en especial, de su Casco Antiguo. A mí, que siempre estoy de acá para allá, me parecen lentos los avances, aunque sin duda se hagan, pero como que no sabemos lo que vendemos ni a quién. En definitiva. No tengo muy clara la clase de turista que se busca.

Pongámonos en un nivel medio. Sol y playa no, claro. Queda ofrecer Cultura, gastronomía, mercado. Vamos adecentando los monumentos que tenemos -por ejemplo, las fortificaciones- e, interesen o no, ya se van pudiendo visitar. Hasta, si me apuran, alguien viene a alguna fiesta, por aquello de la etnografía. Pero la gastronomía sigue siendo una asignatura pendiente, porque la restauración en el centro es un desastre. Y no por falta de productos, ni de profesionales. Es que los establecimientos se conforman con ser casas de comidas de entre semana. No innovan. Ofrecen todos lo mismo y en no pocos casos de manera muy dudosa. Acabamos siempre en el jamón. No diré que esté mal, pero no a todas horas. Y el servicio es horrendo. Simpático, en general, pero horrendo. No pone interés, es ruidoso, sirve mal, no sabe mantener la distancia adecuada con el cliente.

Y luego vienen las compras. El visitante que no viene de Portugal o de un pueblo cercano, pongamos el procedente de Madrid o Barcelona, no tiene establecimientos que tiren de él y le ofrezcan productos difíciles de conseguir fuera. Y en la región hay quesos, vinos, chacinas y dulces para aburrir. Pero, ¿dónde se compran? ¿Dónde están las tiendas especializadas en el casco histórico? No la de fulano o la de mengano que tiene esto o aquello bueno. Las que no son para iniciados. Esta ciudad, no sólo sus autoridades, debiera reflexionar en serio sobre el significado de la etiqueta "Badajoz". Porque el panorama sigue siendo desolador en muchos aspectos. Nadie viene aquí a visitar Valdepasillas y habrá que ver si el recinto abaluartado es tan interesante para el común -no critico su rehabilitación, ni nada de eso-. Las discotecas y bares de copas están al nivel del resto del país. Lástima que, por ahora, los jubilados no las frecuenten. Si sólo queremos que vengan los cercanos, a qué hacernos propaganda en FITUR.