En el 100% de los casos en los que haya un detector de humo nos va a dar más oportunidad de salvar la vida en un incendio». Lo dice el jefe del Servicio Municipal de Bomberos, Basilio González, que aboga por el uso generalizado de este aparato en las viviendas particulares, con el que se evitarían tragedias como la ocurrida la madrugada del sábado en una casa de la barriada de Llera, donde dos jóvenes de 18 y 21 años fallecieron por inhalación de monóxido de carbono tras dejar olvidada una sartén al fuego y quedarse dormidos.

Luis Manuel R., de Badajoz, y Carolina G., de Cáceres, fueron despedidos ayer por sus familiares y amigos, consternados por su inesperado fallecimiento. Ella era estudiante de Derecho, y él cursaba un módulo de formación. Ambos eran compañeros de trabajo en una discoteca de Valdepasillas. El joven, miembro de la comparsa de La Bullanguera, recibirá mañana un homenaje de sus compañeros de ‘skate’, al que era muy aficionado en el Centro Joven, donde se pintará un mural en su memoria.

«En casos como el de estos jóvenes, un detector de humo hubiera despertado a uno de los dos y les hubiera dado tiempo a reaccionar», apuntó González. El jefe de los bomberos reconoció que no es «normal» que un incendio de cocina tenga estas consecuencias, pues habitualmente se producen cuando los inquilinos de la vivienda están despiertos. En esta ocasión, se aliaron las dos circunstancias en su contra, la sartén con aceite olvidada en el fuego y que se durmieran, para un resultado tan trágico.

Según explica el responsable del parque municipal, la hipótesis es que la sartén con el aceite no se inflamó, sino que comenzó a generar «esos primeros humos que son los peligrosos». En el primer estadio de una combustión se liberan unas partículas no visibles, que básicamente están compuestas por monóxido de carbono y este lo que hace es que se combina con la hemoglobina de la sangre e impide que esta a su vez se mezcle con el oxígeno, por lo se produce un efecto «narcotizante», que impide a los afectados reaccionar. A la combustión lenta contribuyó que todas las puertas y ventanas estaban cerradas, por lo que el monóxido desplazó el poco oxígeno que había en la estancia.

BARATO Y SENCILLO / Aunque esas partículas de monóxido de carbono no son visibles, sí las puede percibir el detector de humo. Este pequeño electrodoméstico tiene un coste bajo (se pueden comprar por entre 10 y 20 euros, incluso más baratos), su instalación es sencilla (se fija con dos tornillos a la pared) y también es fácil su mantenimiento, pues funciona con pilas que duran un año (lo recomendable para no olvidar cambiarlas es establecer un fecha importante como un cumpleaños o un aniversario).

El jefe de los bomberos defiende que deberían instalarse en todas las viviendas, pero es especialmente importante hacerlo en aquellas donde viven personas mayores solas y con problemas de movilidad. «Ahora que llega la Navidad, es un buen regalo para nuestros mayores», sugirió. Sobre el lugar en el que deben colocarse estos detectores, González señaló que lo ideal es hacerlo en el hall o pasillo, entre la cocina y los dormitorios (para evitar falsas alarmas), y entre los dormitorios y el salón, que es donde se pueden producir los incendios de braseros.

«En España, por desgracia, las normativas de protección contra incendios no quieren saber nada de las puertas de las viviendas hacia dentro, y por tanto en las casas no es obligatorio tener el detector de humo doméstico», lamentó el jefe de los bomberos. En Gran Bretaña sí lo es y cada vez lo están incorporando más países a sus normativas de construcción. El servicio municipal de bomberos ha realizado distintas campañas de prevención para fomentar el uso de estos aparatos domésticos y los ha instalado de manera gratuita en viviendas de personas mayores con escasos recursos. El año pasado se colocaron un total de 47.