Aunque el movimiento cuenta con una larga historia en otros países europeos y hace tiempo que se implantó en las grandes ciudades de España, en Badajoz no hay apenas precedentes. El único que se recuerda fue el que hace años funcionó en la Casa Puebla, en la plaza de San Andrés. Desde hace meses existe un Centro Social Okupado (CSO) en el número 41 de la calle De Gabriel Estenoz, en el Casco Antiguo, ligado a los jóvenes que se concentraron en la avenida de Huelva con el 15M. Se denomina La Brecha, en alusión a una de las grietas más visibles que presenta el antiguo inmueble de tres plantas.

Este CSO tiene los días contados. Los okupas , que pueden llegar a ser alrededor de 40 cuando más se juntan, no viven en este lugar, sino que es el centro de reunión para sus actividades, que celebran casi todos los días, pues siempre hay alguien allí. Hasta ahora, aseguran que nadie les había llamado la atención, ni vecinos ni policías.

No se esconden, pues claramente en la fachada figuran varias pintadas y pancartas, con el nombre del centro social, con grandes letras. Pero cinco de los jóvenes que han pasado por allí han recibido hace una semana en sus domicilios una carta informándoles de que están imputados por un delito de usurpación de patrimonio, según cuenta Agustín, otro de los habituales en el edificio. No saben qué criterio han seguido para denunciar a estas cinco personas y aseguran que detrás de esta decisión está una inmobiliaria. Hoy están citados a declarar en el juzgado.

Agustín llegó al centro en agosto y ya había allí otros jóvenes "funcionando". No sabe quién fue el primero ni cómo entró. Sin hacer ninguna gran reforma, sin luz eléctrica y rodeados de abandono, limpiaron lo que pudieron y habilitaron un salón de usos múltiples , así como una sala de reuniones, una biblioteca (con estanterías y varios ordenadores), sala de masajes, un taller y hasta un dormitorio con varios colchones por si algún amigo foráneo no tiene un lugar mejor donde pasar la noche. Básicamente es un lugar de encuentro, donde además de hablar y divertirse, organizan proyecciones y talleres (de risoterapia, cuentan). De momento siguen allí, "porque todavía nadie nos ha dicho que nos vayamos", comenta Francisco.