Cuando estaba en la avenida de Colón, me llamaban la atención sus escaparates, repletos de libros, donde siempre había lugar para las singulares publicaciones de la casa (allí fue donde conocí a los Delgado Valhondo, Alvarez Buiza, Pecellín, Moisés Cayetano, Jesús Alviz o Medardo Muñiz) y las aglomeraciones a principios de curso para buscar los libros de texto y otros materiales escolares. De aquella época, mis recuerdos también pertenecen a la Diocesana, justo en la entrada de la iglesia de San Juan Bautista, y Zurbarán, esa parte de la avenida de Huelva donde cada día se crea un microcosmos. Cuando Universitas se amplió a Ramón y Cajal se convirtió en algo más que una simple librería. Allí se iba y se va a pasear entre libros, a echar la tarde hojeando libros, rebuscando entre tanta curiosidad, tanto conocimiento y tanta aventura contenida en una solapa o cubierta. La librería Universitas es un espacio de cultura para el ocio donde la palabra negocio apenas se pronuncia. Es verdad que allí se venden y compran libros pero la transacción no es fría sino que se convierte en una ceremonia donde pagar es el colofón de una buena historia.

Sin embargo, más allá del romanticismo, que lo es, que lo tiene --descubrir libros, dejarte seducir por ellos, compartirlos con alguien que te acompaña y salir de la librería como si hubieras encontrado el tesoro de tu vida--, dedicarse a la sugerente profesión de librero, como han hecho José María Casado y Esther García a lo largo de cuarenta años, no deja de ser un atrevimiento empresarial digno de encomio. Porque detrás de tanta estantería y tanta literatura, hay gastos, impuestos y nóminas que pagar. Y así, durante cuatro décadas.

Ahora, para celebrarlo, Universitas regala a clientes y amigos una sorpresa que supera todas las expectativas. La Exposición ArtLibris reúne una treintena de obras de Alejandra Valero, José Luis Hinchado, Jorge Juan Espino y Pedro Casero. La instalación artística, la escultura, la fotografía, la creatividad y el ingenio junto a los libros, entre los estantes y los títulos, no deja de ser una estimulante provocación que fomenta la lectura y nos acerca al arte. Una Exposición que son poemas visuales, bocanadas de aire fresco, propuestas inteligentes y pellizcos en el alma que hay que sentir varias veces para entender su profundidad. Y después comprar un libro, claro.