Las papeleras son la especie más sufrida y vilipendiada entre el género del mobiliario urbano. Cuando los vándalos salen a la calle y la nocturnidad los protege, no hay papelera que se salve. Un claro ejemplo son las colocadas a lo largo del paseo Fluvial, donde los fines de semana se celebra el botellón. Ayer por la mañana, una de cada dos estaba pintada con graffitis, destrozada y a la mayoría le faltaba el recipiente inferior. Auténticas víctimas.