Cualquier excusa es buena para subir a la Alcazaba y así lo entendieron los cientos de ciudadanos que ayer por la mañana acudieron a la explanada donde la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo ha conseguido volver a celebrar el espectáculo taurino que los últimos tres años se trasladó al Campillo porque el ayuntamiento temía que se estropeasen los jardines recién adecentados.

Tres vaquillas de la ganadería Píriz de Olivenza saltaron al ruedo. La primera de ellas, que según decían ya estaba "resabiada", fue mareada por una veintena de espontáneos que saltaron a la arena para correr delante y detrás del animal. Más de uno acabó dolorido tras un buen revolcón. Las dos vaquillas siguientes sirvieron para el lucimiento de seis alumnos de la Escuela de Tauromaquia del Patronato de la Diputación de Badajoz: Joaquín Riveiro Cuqui, Javi El Cordobés, Juan Luis Posada, Rubén Lobato, Miguel Gonzálves y José Garrido, a las órdenes del maestro Antoñete.

Muchos congregados coincidían en comentar que la explanada de la Alcazaba es un lugar más adecuado para instalar la plaza portátil, porque en el Campillo había muy poco espacio, demasiadas piedras y se encontraban con el problema de seguridad de que alguien del público se pudiera caer de la muralla.

Tras el espectáculo, como marca la tradición, los animales son sacrificados y su carne repartida entre los comedores sociales, según apuntaba el presidente de la asociación vecinal, José María Soriano. Junto a la plaza portátil, también se instaló una atracción hinchable para la diversión de los niños y la asociación de vecinos abrió una barra, donde sirvió una gran garbanzada entre los asistentes.

Y con estas actividades concluye el programa de las fiestas de San José, patrón del Casco Antiguo, sin que por primera vez este año el santo se haya sacado en procesión, una cuestión a la que Soriano resta importancia, porque considera que eran muchas las molestias que se causaban a las monjas de Las Adoratrices y tampoco acudía mucha gente.