Mientras muchos vecinos se afanaban ayer por la mañana en limpiar los rastros del temporal de agua y viento que azotó la ciudad la tarde del viernes, varias familias de las llamadas casas del Cebadero, en la calle Valladolid, junto al parque de San Fernando, se resignaban a no poder volver a dormir anoche a sus camas, porque sus viviendas no ofrecen garantías, después de que un vendaval arrancase las cubiertas de uralita, que ayer permanecían tirados en el suelo del patio interior. El ayuntamiento les ha facilitado un hotel, donde duermen, desayunan, comen y cenan. El alcalde, Miguel Celdrán, se comprometió ayer in situ a que hoy empezarán a arreglar los tejados para que puedan volver a sus hogares cuanto antes

Celdrán comentaba que afortunadamente no ocurrió nada, sólo los desperfectos en las casas, donde no ha habido filtraciones de agua, pero por la seguridad de los inquilinos fueron realojados. De las cinco casas afectadas, tres estaban ocupadas cuando ocurrió. Ayer se estaban valorando los daños, que en principio no afectan a la estructura. Anoche las casas permanecerían vigiladas para evitar robos

Estas casas son de propiedad municipal y las familias que las ocupan en alquiler están a la espera de que la Inmobiliaria Municipal termine los pisos que ha construido en el terreno anexo que ocupaba otro grupo de estas casas, para trasladarse. La última promesa que les hicieron era que estarían en sus nuevos pisos en Navidad, pero ayer el alcalde les señaló que no podrá ser antes de un mes o mes y medio. La concejala de Urbanismo, Cristina Herrera, que acudió con Celdrán a comprobar los desperfectos, negó que la obra se haya restrasado porque hayan problemas de filtraciones, como contaban algunos vecinos.

Victoria Santana es una de las afectadas. Todavía tenía el susto en el cuerpo. La tarde antes estaba en casa con su marido. Oyó un ruido y empezó a llorar cuando vio cómo caían partes del tejado sobre el patio. "Esto ha sido un tornado, como si cayeran bombas", contaba. Manuel Rodríguez Sanguino vive en estas casas, pero la suya no fue una de las afectadas. Estaba "muy a gusto" tomando el café de la sobremesa cuando oyó "una explosión y yo creí que habíamos salido volando". Un hijo de Manuel, Juan Rodríguez, vive en un piso cercano al Cebadero y estaba asomado a la ventana viendo llover cuando comprobó cómo un golpe de viento hizo volar los techos donde vive su padre. "Me asusté porque al ver la uralita desprenderse no sabía si el forjado se había venido abajo". Se tranquilizó cuando comprobó que no había afectado a la vivienda de su padre, de quien dice que ni se asustó "Es albañil y ha estado toda la vida subido a andamios".

En el resto de la ciudad también ayer quedaban rastros del temporal. El alcalde se comprometió a atender a las familias sobre cuyas viviendas cayeron árboles en La Uva. El árbol que quedó en medio de la calle Gurugú ya había sido troceado. Según Celdrán, las continuas lluvias han hecho que las raíces estén menos fijas y se hayan caído muchos, algunos de gran porte, como en Las Vaguadas y Santa María de la Cabeza.