Eugenio González, el vecino del Cerro de Reyes al que mataron en la calle Federico García Lorca el 2 de abril del 2017, falleció por el impacto de un proyectil de arma corta en el tórax, que le rompió dos de los tres lóbulos del pulmón derecho, causándole una hemorragia masiva. Esa es la conclusión de los forenses que realizaron la autopsia a la víctima, que ayer testificaron en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial contra Marco Antonio M. S. y Luis Francisco R. T., acusados ambos de matar a este hombre, al que se conocía como El Negro. El primer día de la vista oral, el primero de ellos reconoció ser el autor de los disparos, mientras que el segundo negó haberlo golpeado con un palo cuando ya estaba en el suelo tras ser tiroteado.

Según los forenses, el fallecido, al que la Policía Nacional encontró ya tumbado en la calle agonizando, presentaba también seis lesiones en la cabeza (entre el cráneo y la cara) causadas con un objeto «contundente, rígido, cilíndrico y manejado con violencia», así como otro impacto de bala en el muslo (que no afectó al hueso) y arañazos en los antebrazos, que podrían encuadrarse en un forcejeo previo con un contrario. No obstante, aunque las heridas de la cabeza sangraban abundantemente, su muerte se hubiera producido igualmente sin ellas, pues la lesión en el tórax fue «de muerte directa», según los forenses.

Según la autopsia, el proyectil que le causó la lesión mortal entró por el brazo, rompiendo el húmero, y salió para ingresar de nuevo en el organismo por la axila, atravesar el pulmón y quedar alojado en la columna. Los forenses apuntaron que cuando recibió el disparo tenía el brazo derecho flexionado 90 grados, lo que podría intuirse como una posición defensiva y no tanto como que estuviera apuntando con un arma. Los disparos los recibió por la derecha y no por la espalda.

más de uno / Lo que no pudieron determinar los forenses es qué lesiones se produjeron antes, si las causadas por el arma de fuego o las que le provocaron con un objeto contundente, aunque sí que «fueron cercanas en el tiempo». También señalaron los expertos que «lo más probable es que las inflingiera más de una persona, aunque no lo podían asegurar al cien por cien. Sobre las heridas de los antebrazos tampoco se ha podido concretar con exactitud si eran del mismo día de los hechos o no, pero «no eran de tres o 4 días antes».

Además, durante el juicio se dio a conocer el informe clínico realizados a los dos acusados, que constata que ninguno de ellos presenta alteraciones psicopatológicas o patrones de consumo de droga que afecten a sus capacidades cognitivas y volutivas.

También declararon ayer los agentes de la Policía Nacional que investigaron el caso, los que llegaron en un primer momento al lugar del crimen y quienes detuvieron a los acusados. Todos reconocieron la dificultad para hallar testigos directos de los hechos, así como que conocían las rencillas entre ambas familias.

Junto al cadáver se encontraron un arma de fabricación casera (hecha con dos tubos metálicos), así como un taco compatible con ella, dos vainas percutidas de arma corta y un palo con restos de sangre. El arma con el que presuntamente se disparó a la víctima no ha aparecido. Según el relato de Marco Antonio M. S., se deshizo de ella lanzándola al río Guadiana tras el suceso.