Llevan 40 años con el barro hasta la puerta de los bloques cada vez que llueve pero no acaban de acostumbrarse y mucho menos de conformarse. Ahora la situación se ha complicado en el Polígono de García Martín, más conocido como las 500 viviendas de San Roque, con la obra de acerado de la BA-20, que ha convertido en un verdadero lodazal algunas de las calles.

Los vecinos más afectados son los de la calle Ramón Salas Terrón, cuyos portales miran a la autopista. Antes les separaba de la carretera una cuesta de tierra, que según los afectados, estaba asentada y aunque cuando llovía había barro, el problema no era el de ahora. Con toda la lluvia que ha caído y las maquinas continuamente pasando por esta vía, la calle está totalmente impracticable. En un lateral está el colegio Virgen de Guadalupe y, a la vuelta, se encuentra el Luis Vives, por lo que el trasiego de escolares es continuo y se ven obligados a dar un rodeo para evitar el fango. Francisco Manuel Rodríguez, uno de los afectados, se quejaba de que se ha encontrado más de una mañana con alguna rueda de su coche pinchada por clavos que la obra desperdiga.

Para estos vecinos, es una queja más en su largo historial de reivindicaciones, pues aunque estas viviendas las construyó el ayuntamiento (las entregó el 1 de mayo de 1971), sus moradores llevan años pidiendo poder acceder a servicios que el consistorio les niega porque las zonas comunes no son de su propiedad, sino que pertenecen a las comunidades de vecinos. Tan solo es del ayuntamiento la calle principal, que es la única asfaltada. En las demás, hasta las aceras han tenido que ponerlas los vecinos, según cuenta Lina Pita. Si ocurre una avería de agua, como hace pocos días, tampoco Aqualia responde de la reparación. Francisco Pereira se queja de que no acuden a podar los árboles y Remedios Gerrero, de que los barrenderos van cada tres o cuatro meses y solo limpian el vial asfaltado.