Cansados de encontrarse a prostitutas junto a sus casas cada vez que bajan la basura, de ver preservativos usados por todos lados y de presenciar riñas y prácticas sexuales, algunos vecinos de la calle Joaquín Costa han decidido plantarse y pedir a las administraciones que dejen de mirar para otro lado. Reclaman medidas para erradicar la prostitución en su calle.

Llamar a la policía, recurrir a la asociación de vecinos e incluso remitir un escrito a la Delegada del Gobierno, Carmen Pereira, para que tome cartas en el asunto, no les ha servido de nada, por lo que dicen sentirse cansados.

IU se ha hecho eco de estas quejas y su portavoz municipal, Manuel Sosa, denunció ayer las molestias que está causando la prostitución a estos vecinos, "que sufren ansiedad", así como la situación de las 12 prostitutas asentadas en la zona, la mayoría inmigrantes, "que son explotadas y maltratadas por proxenetas".

Ante esta situación, demandó al Instituto Municipal de Servicios Sociales (IMSS) que desarrolle un programa de intervención y atención a estas mujeres y reclamó a Pereira "que se implique en este problema y que la policía actúe para evitar los malos tratos a estas chicas".

Sosa recordó que la intervención policial "consiguió desplazar la prostitución de los aledaños del hotel Zurbarán hacia Circunvalación", y en esa zona se erradicó porque se ponía en peligro la circulación, pero se permitió en Joaquín Costa.

EXPERIENCIAS "Cuando voy a trabajar a las cinco de la mañana me ha parado alguna vez un coche confundiéndome con una de ellas. Mi hermano se enfrentó una vez con uno. A veces me da miedo ir sola", relata Belén, una joven de 35 años, trabajadora en una fábrica conservera, que vive en esta calle.

Según esta mujer, ese punto de prostitución "debería haber desaparecido hace tiempo", ya que son muchas las molestias que causan a la vecindad.

"Hay muchos niños y mocitas que no tienen porqué presenciar algunos espectáculos", según María, otra vecina que recuerda que "salí con mi hijo y una se vino corriendo hacia él a ofrecerle sus servicios".

Aurora es una vecina de la calle Porrina de Badajoz, cuya vivienda, según dijo, es "un sitio estratégico para ellas, les encanta la puerta de mi cochera, porque tiene un foco que las alumbra por la noche". Lleva ocho años viviendo en esa casa "y nunca he tenido problemas con ellas. A veces hablan muy alto por la noche y alguna vez una recibió una paliza". Sin embargo reconoce que no quiere que su hijo, ahora un bebé, se críe presenciando "ciertas cosas", por lo que se cambia de vivienda.