Nadie es ajeno a lo difícil que resulta aparcar en la ciudad, sobre todo en determinadas zonas y en momentos puntuales del día. Pero algunos no se quiebran la cabeza y aparcan en el primer hueco que ven, aunque sea sobre un paso de peatones. A una persona con muletas o en silla de ruedas le sería imposible pasar por este hueco. Hay infracciones que no sólo son reprobables como faltas de tráfico sino moralmente reprochables, por las molestias que causan.