La derecha tiene sed de venganza. No puede soportar que, desde el colapso de la UCD, que no era ni derecha ni izquierda sino todo lo contrario, el PSOE ha gobernado España y la mayoría de las comunidades autónomas durante más de veintidós años, mientras que ella solo lo ha conseguido durante ocho. Si fuera un partido de fútbol, el PSOE le iría ganando al PP por 22 a 8. Y eso no lo pueden soportar las Cospedales, las Aguirres, los Pons, los Trillos y compañía.

Ahora, cuando la crisis, más los errores de cálculo de Zapatero , parecen haber aplastado a la izquierda --aunque la solución Rubalcaba vuelve a hacer que haya partido de nuevo--, la derecha ve llegada la ocasión de consumar su venganza que, además de para darle gusto a su cuerpo pretendidamente incorrupto, como el brazo de santa Teresa, les sirve también para dos cosas tan inconfesables como evidentes, dos cosas a las que se han entregado entusiásticamente sobre todo las Cospedales de mantilla católica y las Aguirres de casticísimo chotis, a las que se les ve cada día babeando excitadas en la frialdad y la contundencia de la ejecución de su colosal revancha.

La primera cosa que está haciendo la derecha vengativa, aprovechando la confusión y la milonga de la herencia recibida, como si en Madrid o en Valencia, donde las cosas están peor y donde no ha habido cambio alguno, no tenga el PP responsabilidad en el desastre, es tratar de laminar, de machacar, de aplastar literalmente al PSOE. Hay una campaña verdaderamente bélica, orquestada desde los estados mayores de la derecha política, mediática y eclesiástica --es decir, por tierra, mar y aire--, para dejar noqueado y fuera de juego al PSOE y, si es posible, para siempre.

La segunda cosa a la que se entrega con saña la derecha ultraconservadora y ultraliberal, creando primero el fantasma del fracaso socialista y vindicándose luego como fuerza salvadora capaz de sacar a España del cataclismo, es a los recortes sociales y a la privatización de los servicios públicos, con la coartada infame de la gravedad de la situación. De un tiro quiere matar dos pájaros: el PSOE y el sector público, y recuperar todo el negocio, el político y el económico, para repartirlo, como ha hecho siempre, entre sus próceres. Todo eso, si Rubalcaba no lo remedia, que espero que sí.