TNto pudo resistirse a la tentación. Su insana curiosidad, su enorme capacidad para obstaculizar tu marcha cuando te encuentra por la calle, sus poderes sobrenaturales para alcanzarte por mucho que aceleres el paso, en definitiva, su genética, hace del veranoagonías un ejemplar único, una raza sin igual, una especie inextinguible. El te ignora, no te escucha, no le interesas, no te lee. El va a lo suyo y lo suyo es preguntarte cuándo y dónde te vas de vacaciones. Ha vuelto a aparecer. A sabiendas, ha regresado y cuando le dices que no te vas de vacaciones, responde: ¿Qué pena, no? Antes, te miraba con superioridad, condescendencia y cierto aire de comprensión, segundos antes de ilustrarte con su opinión sobre la crisis y por qué a él no le ha afectado. Por eso se puede ir de vacaciones. Pero ahora, ahora le doy pena, no solo ya por pobre sino porque ya no tengo ni habilidad para elegir un destino. ¿O es que piensa que no hay destino para mí?

Pero el veranoagonías es letal por insaciable. Hace un mes, se quejaba del frío, del mal tiempo que no se iba, estamos en junio y aún duermo con dos mantas, decía. En apenas unos días, ya está harto del calor y del verano, de las altas temperaturas y de que por la noche no se pueda dormir. Era de los que decían que tendríamos un verano fresquito y ahora impone su voz para determinar que es el verano más caluroso de la historia. Y, por supuesto, él ya lo había pronosticado.

Cuando era pequeño los coches se vendían sin aire acondicionado, que era un extra en la venta, un lujo. Hoy, no concibe un coche sin aire. Es más: asegura tajante que siempre los hubo con aire. Llega al trabajo y dice: no he pegado ojo en toda la noche, he tenido que dormir con el aire puesto. Te encuentra por la calle y te recuerda: ¿vaya verano, eh? No acepta en su dialéctica que es verano y, por fuerza, en Badajoz, tiene que hacer calor. Ya olvidó aquellos años cuando en las casas no había aparatos de aire y como mucho ventiladores, cuando se dormía con las ventanas abiertas de par en par y más de una noche la dedicábamos a la caza del murciélago por la habitación. Ya olvidó los colchones en el balcón o dormir en el suelo.

Lo único bueno de todo esto es que el veranoagonías también comete errores. Le gusta dormir con el aire puesto y arropadito. Anoche olvidó echarse la sábana por encima y hoy se levantó con dolor de garganta y algo resfriado. Verás la que le lía al médico de familia.