Cada nueva publicación de datos del INE nos recuerda que las cosas no van bien en Extremadura. Esta semana comprobamos los datos demográficos. No son buenos para la totalidad del país. Durante 2018 se registraron en España 369.302 nacimientos, un 6,1 % menos que el año anterior. De los cuales un 20,6% lo fueron de madres extranjeras, un 1,3% más que el año anterior. Se registraron 426.053 fallecimientos, un 0,4% más que en 2017. España sigue creciendo en población porque el saldo migratorio positivo superó al vegetativo un año más y nos permitió crecer en 2018 en 130.000 personas.

Estas cifras se hacen catastróficas en Extremadura. En 2018 en la región nacieron 7.808 personas y murieron 11.433. Un saldo vegetativo de 3.625 personas menos. Ese saldo se ve agravado con casi 4.000 personas menos en su saldo migratorio con otras comunidades y somos junto con Galicia las regiones que menos población extranjera atraemos. Galicia, La Rioja y Extremadura son las regiones en las que más ha descendido la natalidad y estamos entre las cuatro regiones con mayor índice de mortandad. Desde 1990 a ahora hemos pasado de ser el 2,74% de la población española al 2,3%. Los datos económicos tampoco nos animan a la esperanza, creciendo en Renta y PIB per cápita por debajo de la media nacional y desde hace varios años acumulando diferencia años tras año e incrementando el gap con la media española.

Ante esto no podemos ni debemos resignarnos. Hay que reaccionar con contundencia y no podemos seguir haciendo lo mismo año tras año, aspirando a que nos llegue dinero de fuera y gastando nuestras energías en conflictos internos, en agradar a los baremos públicos para poder atrapar más ayudas europeas o nacionales, exigir programas para incrementar el empleo público y desarrollar estrategias para atrapar más de una tarta que cada vez es más pequeña.

Los datos son demasiado contundentes como para seguir jugando al solitario y querer engañarnos. Tenemos cuatro años por delante con mayoría absoluta en Extremadura para promover un cambio. Sería una temeridad gastar las energías en conflictos. Tenemos que empeñarnos en salir de esta espiral. Yo soy optimista, no tenemos más remedio que dar un volantazo a esta incuestionable realidad. Todos tenemos que intentarlo.

Economista