Hace unos días he tenido la ocasión de viajar fuera de nuestra frontera. Por numerosos motivos es algo que recomiendo a todos los que puedan o les guste viajar.

La rutina diaria nos suele llevar a pensar que lo mejor es lo que tenemos, y que fuera de nuestro entorno no podemos encontrar nada que nos interese. Sin embargo, las cosas no son así.

Salir de nuestro entorno cotidiano implica hacer un esfuerzo, romper con la rutina, abrir la mente para dar entrada a todo lo nuevo que se va presentando antes nosotros. En ocasiones nos podemos encontrar con paisajes diferentes, en muchos casos impresionantes, como me ha sucedido a mí en un viaje a Croacia. No me podía imaginar una vegetación tan exuberante, en la que los bosques llegan hasta la orilla del mar y para poder edificar tienen que incrustar los edificios entre los árboles. Donde hay unos valles de una gran extensión, en los que cultivan de todo, verduras, hortalizas, frutas, etc. Todos ellos con gran abundancia de agua, tanto exterior como subterránea. Realmente son lugares paradisíacos.

Además, poseen un patrimonio monumental muy bien conservado y cuidado. Y dentro de este patrimonio una auténtica joya: Dubrovnik, una ciudad totalmente amurallada, perfectamente restaurada, que fue prácticamente destruida en la última guerra, pero que con ayuda económica de todo el mundo la han restaurado perfectamente, aunque cuando se pasea por ella, entre multitudes de turistas, la sensación que da es que estas en una ciudad encantada.

Tienen también un conjunto de ciudades a lo largo de la costa como son Zadar, Sibenik Spit ..., que merece la pena visitar, en realidad es un viaje precioso que recomiendo totalmente.

Es enriquecedor comprobar cómo se vive en otras partes del mundo, cuáles son sus costumbres porque todo contribuye al enriquecimiento y ampliación de las miras de las personas.