TMte van a perdonar que me desvíe de los temas municipales y entre en un campo que no sólo toca a Badajoz muy de cerca, sino que es una de las notas características de la cultura española e hispánica. Me refiero a los toros. Debo advertir que soy muy aficionado, pero que, cuando voy a la plaza, es siempre a Las Ventas. Nadie se ofenda. En Madrid uno no va a disfrutar, va a cabrearse. Aquello no es Sevilla. Pero no iba a eso.
Este verano los medios de comunicación se han hecho amplio eco de bastantes accidentes ocurridos en los encierros, capeas y otros eventos taurinos. Todo el mundo lo lamenta, pero se produce una reacción fatalista y comprensiva, como si eso fuera inevitable. Y me preocupa. La Dirección General de Tráfico, la Administración, está intentando, invirtiendo muchísimo dinero, disminuir los accidentes de tráfico y las muertes en la carretera.
Todos lo consideramos necesario y nos indignamos cuando algún conductor provoca víctimas por acción u omisión. Pero, ¿qué diferencia hay entre los fallecidos en carretera y los que son víctimas de las astas de un toro en alguna fiesta popular? El llamado hábito cultural. Y, ¿es presentable, en un país europeo, en pleno siglo XXI, que se toleren y organicen festejos que provocan accidentes mortales, algunos de ellos entre pacíficos espectadores --ver Peñafiel --? Deberíamos ir pensando en renunciar a algunas de nuestras "peculiaridades culturales" y nuestros muchachos debieran buscarse algún otro modo de demostrar su valor --la hombría se manifiesta de manera distinta--. Me hago la reflexión y me limito a transmitirla. No sé qué pensarán ustedes.
Lo de las corridas no es igual, aunque se parezca. Durarán lo que la sociología que las soporta. Y esa, para bien o para mal, está cambiando. Esto no es sólo de Badajoz pero aquí también hay muchos y buenos aficionados. No saben ustedes cómo se pusieron algunos romanos cuando se prohibieron las luchas de gladiadores, con la cantidad de gente que vivía de eso y la cantidad de puestos de trabajo subsidiarios que creaban.
